“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a
los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo” (Hebreos 1:1-3).
Dios existe porque él se reveló.
Se reveló de una forma múltiple: por medio de la creación, a través de la
consciencia, en las Sagradas Escrituras y, sobre todo, por medio de Jesús. Por
eso podemos conocerlo. Todo lo que Dios quiso que el hombre supiese a su
respecto está en las Escrituras. Debemos examinarlas porque ellas testifican
acerca de Dios.
Algunas preguntas necesitan ser
respondidas: ¿La Biblia es confiable? ¿Puedo tener certidumbre de que su
contenido es inerrante e infalible? ¿Las Escrituras son suficientes para que
tengamos una fe madura y una vida abundante? Para responder a esas preguntas
vamos a considerar tres verdades:
1. La Biblia es inerrante en su
contenido. La Biblia no contiene errores. La Palabra de Dios no puede
fallar. Su contenido fue revelado por Dios. Sus autores fueron inspirados por
Dios. Su registro fue asistido por el Espíritu Santo de Dios. Por lo tanto, hay
precisión en las descripciones, precisión en los relatos e inerrancia en sus
enseñanzas. La Palabra de Dios no es el fruto de elucubraciones humanas ni es
el resultado de la elucidación vacilante de la mente humana. El origen de la
Biblia está en el cielo. Su verdadero autor, el Espíritu Santo, fue quien
inspiró hombres santos para registrar todo lo que Dios quiso revelar. La Biblia
fue escrita en un período de 1.100 años. Cerca de 40 hombres usados por Dios,
de culturas diferentes, escribieron en tiempos diferentes, para públicos
diferentes y no hay ni siquiera una contradicción. Eso se debe a que Dios es el
autor. Porque Dios es verdadero en su ser, su Palabra no puede fallar.
2. La Biblia es infalible en sus
profecías. Las profecías bíblicas son específicas, exactas y muy bien
definidas. Millones de profecías ya se cumplieron y muchas otras se están
cumpliendo literal y fielmente. Ningún libro religioso de la historia se
compara a la Biblia en este particular. Si colocásemos el cumplimiento de las
profecías en el campo de las coincidencias, eso daría un número semejante a 10
elevado a la décima séptima potencia (1017). Muchos críticos, con
una arrogancia patente, intentaron desacreditar a la Biblia, pero sus
argumentos insolentes cayeron en el polvo del olvido y la Biblia
victoriosamente triunfó. La Biblia es el yunque de Dios que quiebra todos los
martillos de los críticos.
3. La Biblia es suficiente en
doctrina y práctica. No necesitamos de otras revelaciones
extra-bíblicas para conocer todo lo que Dios quiere que sepamos para tener vida
eterna. De hecho, Dios lanza una maldición sobre aquellos que sustraen de ella o
le añaden algo. La revelación de Dios está completa y el Canon está cerrado. No
existen nuevas revelaciones. No existen nuevos mensajes. Debemos examinar la
Biblia porque en la Palabra de Dios tenemos una reserva inagotable de todo lo
que necesitamos para crecer en la fe y en la vida cristiana.
¿Quieres conocer a Dios? Lee la
Biblia. ¿Quieres oír todo lo que Él ha hecho por ti? Estudia la Biblia. Te
aseguro que te embarcarás en el mejor viaje que podrás experimentar.
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