“Los que confían en Jehová son como el
monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre” (Salmo 125:1)
Todos los días enfrentamos dificultades.
No hay duda de que así es. Algunos, frente a éstas, se desesperan, otros, se
enfadan y otros quedan totalmente perplejos. Los hay también que no dan mayor
importancia y que viven, supuestamente, en una perenne tranquilidad. Como
vemos, todos enfrentamos dificultades y en lo único que diferimos es la forma
como reaccionamos delante de ellas.
En el ministerio he podido conversar con
varias personas que pasan por dificultades. Algunos sufren por problemas
matrimoniales, otros por salud, otros por trabajo, etc. Normalmente las
personas me preguntan: “pastor, sé que el Señor tiene un propósito para todo
esto, pero ¿por qué siempre en mi vida todo es tan complicado?”. Podemos dar
varias respuestas y procuren calmar los corazones afligidos. Sin embargo, lo
único que realmente podemos hacer es confiar en el Señor.
¿Qué es confiar el Dios? Una buena
respuesta sería esperar con firmeza y
convicción en sus promesas.
Veamos cada una de las partes de
esta definición.
1. Esperar: Esta palabra apunta para permanecer en un mismo lugar hasta que
ocurra algo. La idea es que nada nos puede mover de nuestra posición hasta que
Dios actúe. Un ejemplo perfecto de esto son las palabras de Job quien, a pesar
del profundo pozo en que se encontraba, esperaba en el Señor (Job 6:11; 13:15a).
2. Firmeza: Esta palabra tiene la idea de constancia, es decir, aquella fuerza
interna que no se deja dominar ni abatir. La firmeza es perseverancia, aquella
virtud que nos lleva a no desistir. El Nuevo Testamento usa esta palabra para
describir la actitud de mantenerse en aquello que se cree (Col. 2:5; 2 P.
3:17).
3. Convicción: Es a aquello a lo que estamos
fuertemente adheridos. La idea es no
soltarse, permanecer agarrados fuertemente (Flp. 2:16; 3:12).
4. Promesas: Las promesas de Dios son
expresiones de Su voluntad. Él ha
decidido hacer o darnos algo. Sus promesas son todas bendiciones que
recibimos por gracia, es decir, de forma inmerecida (Hch. 1:4; Ro. 15:8; 2 P.
1:4).
Dios siempre ha ordenado que Su pueblo confíe
en Él. No se trata de una confianza ciega, sino que descansa en la
inmutabilidad y fidelidad de Dios. Él no cambia, por lo tanto, si algo ha
prometido, a su tiempo lo hará.
Así que, querido creyente. Espera
pacientemente en el Señor sin importar las dificultades. A su debido tiempo, Él
hará.
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá
las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y
él hará” (Salmo 37:4-5).
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