jueves, 31 de enero de 2013

Los Cielos Cuentan la Gloria de Dios

El Salmo 90:2 dice: Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”. Aquí el salmista expresa lo que ya hemos notado anteriormente: La Biblia presupone la existencia de Dios y nunca intenta probarla.   

Dios es presentado en la Escritura como el Creador, como la Causa primera de todas las cosas, como Aquel que existe eternamente, como Aquel que no tiene principio ni final. Dios creó todas las cosas de la nada y por el poder de Su palabra ellas existen (Gn.1:1, 26-27; Sal. 33:6,9; Hb. 11:3). Sobre la revelación general José Grau nos dice lo siguiente: 

“Entendemos por tal la que nos es dada en la contemplación de los fenómenos de la naturaleza –y el estudio de las leyes que la rigen–, en la constitución y operación de la mente y el cuerpo humanos, y en los hechos de la historia colectiva y la experiencia personal (Sal. 8:1; 19:1-2; Ro. 1:19-20; 2:14-15; Hch. 17:27)”[1]

Concordamos plenamente con esta definición. La revelación general es la forma en que Dios se hace conocido a través del Universo creado, de la constitución humana y de Su gobierno providencial en la historia humana. 

Características de la Revelación General

La revelación general es universal. Está al alcance de todo ser humano. Está allí, a fin de que todos la vean y sean llevados a preguntarse sobre el Dios creador. En la Institución de la Religión Cristiana Juan Calvino señala: 

“Infinitas son las pruebas, así en el cielo como en la tierra, que nos testifican su admirable sabiduría y poder. No me refiero solamente a los secretos de la naturaleza que requieren particular estudio, como son la astrología, la medicina y toda ciencia de las cosas naturales; me refiero también a los que son tan notorios y palpables, que el más inculto y rudo de los hombres los ve y los entiende, de suerte que es imposible abrir los ojos sin ser testigo de ellos”[2]

Es evidente que la revelación general es natural. Se manifiesta en el mundo creado y en la constitución humana. Dios ha dejado sus “huellas” en la creación, con el objetivo de que sirva como testimonio perenne de su gloria y majestad. Sin embargo, no podemos confundir revelación general con teología natural. La diferencia entre estas dos será tratada más adelante en este curso. La Escritura no hace distinción entre revelación natural y sobrenatural. Utiliza los mismos términos para ambas revelaciones. 

Según la Biblia, toda revelación es sobrenatural. El propio término revelación, como ya hemos mencionado, apunta a eso. Siempre es Dios quien se manifiesta, ya sea en la naturaleza o de otras maneras conocidas como revelación especial. La Creación fue el primer acto revelador de Dios[3]. El Creador se manifestó al hombre en el mundo creado y, junto con ello, se manifestó en el gobierno providencial sobre esa creación. Así es como la Escritura mira la naturaleza y la historia, a saber: como el teatro donde Dios, quien es el Creador de todas las cosas, quien las sustenta y ejerce su gobierno sobre ellas. Todo esto es un acto de revelación permanente de parte de Dios.

La revelación general es también un acto libre de Dios. Dios se quiso revelar como ya hemos dicho. Él, por Su soberana voluntad, planeó manifestarse en la luz de la naturaleza, en las obras de la Creación y en la Providencia. Como dijimos, toda revelación tiene su iniciativa en Dios, ya que es Él quien se manifiesta a los hombres. Sin este acto previo y unilateral de Dios el hombre jamás habría tenido posibilidad alguna de conocerle. 

La revelación general es objetiva. Con esto queremos decir que está allí, que está al alcance de todos los hombres que quieran observarla. 

A pesar de todo lo dicho, debemos decir también que la revelación general es insuficiente. Con esto queremos significar que no fue programada para traer un mensaje de salvación a los hombres. En ella no existe ninguna invitación para que los hombres tengan comunión personal con Dios. En ella no encontramos un mandato específico al arrepentimiento y a la fe. Ciertamente la revelación general comunica verdades concernientes a Dios, pero no consigue transformar al hombre. Esa transformación sólo es posible por medio de la aplicación que el Espíritu Santo hace de las verdades contenidas en el Evangelio. 

El conocimiento que podemos adquirir de la revelación general siempre será escaso, inadecuado, incierto. Según Bavinck la historia de la filosofía confirma esto, ya que ella registra cómo los sistemas filosóficos rompen unos con los otros y que su destino siempre ha sido alguna forma de agnosticismo[4]

Bavinck dice también que otra prueba de esa insuficiencia está en el hecho de que es claramente demostrable que ninguna persona ha quedado completamente satisfecha con la religión natural. 

La relación entre Religión y Revelación General 

El ser humano es un ser religioso. Esto es corolario del hecho de que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Dios lo creó para que se relacionara con Él.

El simple hecho de que el hombre es un ser religioso ya dice mucho. Los demonios no tienen religión, pues a pesar de que ellos no dudan de la existencia de Dios, son movidos por el miedo y el odio hacia Él (Stg. 2:19). Tampoco podemos decir que los animales tienen religión, pues ellos no poseen conocimiento abstracto, y la idea de Dios, que es indispensable para la religión, está fuera de su alcance. La religión sí es una característica propia de los seres humanos. A pesar de que el hombre se encuentra en estado de condenación (alienado de Dios), aun así, él está consciente de la existencia de Dios y de su deber de adorarlo[5]

Ahora surge la pregunta: ¿Qué debemos entender por religión? La religión, tal como es definida en Las Escrituras, es el temor de Jehová. Este temor no es miedo, no es terror, sino una actitud de reverencia unida al amor que el propio conocimiento de Dios produce[6]. Este temor va acompañado no sólo de amor, sino también de confianza. Louis Berkhof en su obra Sumario de la Doctrina Cristiana dice: 

“Las Escrituras nos enseñan que la religión es una relación del hombre para con Dios en la cual el ser humano se da cuenta de la majestad absoluta y el poder infinito de Dios, a la par que de su propia pequeñez e insignificancia y de su completa impotencia. Podemos pues definir a la religión así: Una relación con Dios voluntaria y consciente, que se expresa en una adoración rebosante de gratitud y en un servicio lleno de amor. La forma de esta adoración religiosa y servicio a Dios, no es el producto de la voluntad arbitraria del hombre, sino que ha sido determinada por Dios mismo”[7].

Sabiendo ya lo que es la religión, veamos ahora cómo se relaciona con la revelación general. 

Podemos decir que la religión es fruto de la revelación general de Dios, ya que el hombre, al contemplar la majestad absoluta y el poder infinito de Dios en las cosas creadas, es llevado a reverenciar al Creador y, consecuentemente, a adorarlo. 

Todas las grandes religiones afirman ser el resultado de algún tipo de revelación. La veracidad de esta afirmación no será discutida en este estudio porque escapa de los objetivos del mismo. El punto en discusión aquí es que existe una relación estrecha entre revelación y religión, relación que se ve en todas las religiones sin excepción[8]Esta unanimidad nos ayuda a comprender que cuando hablamos de revelación no nos estamos apuntando a un fenómeno arbitrario o incidental, sino que estamos refiriéndonos a un componente esencial de la religión[9]

Si la religión y la revelación están tan estrechamente ligadas, podemos decir que la revelación es el fundamento de la religión y que sin ella la religión, tal como la concebimos hoy, no existiría. 

Conclusión 

Dios se ha manifestado en la creación, en la providencia y en la estructura humana. Eso es lo que llamamos en teología la Revelación General

Dios nunca ha quedado sin testimonio sino que los cielos, el firmamento, la tierra y todos los seres creados (en especial el hombre) proclaman la existencia del Dios creador.



[1] GRAU, José. Curso de Formación Teológica Evangélica, Tomo I: Introducción a la Teología. Barcelona, CLIE, 1973, pág. 68.
[2] CALVINO, Juan. Institución de la Religión Cristiana. Barcelona: FELiRe, 1999. I.5.2.
[3] BAVINCK, Herman; Bolt, John; Vriend, John: Reformed Dogmatics, Volume 1: Prolegomena. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003, S. 307.
[4] BAVINCK, Herman; Bolt, John; Vriend, John: Reformed Dogmatics, Volume 1: Prolegomena. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003, S. 313.
[5] BAVINCK, Herman: The Philosophy of Revelation: The Stone Lectures for 1908-1909, Princeton Theological Seminary. Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc., 2008, pág. 142.
[6] CALVINO, Juan. Institución de la Religión Cristiana. Barcelona: FELiRe, 1999, I.2.2.
[7] BERKHOF, Louis. Sumario de Doctrina Cristiana. (énfasis mía).
[8] BAVINCK, Herman; Bolt, John; Vriend, John: Reformed Dogmatics, Volume 1: Prolegomena. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2003, pág. 285.
[9] Ibid.
[10] BAVINCK, Herman: The Philosophy of Revelation: The Stone Lectures for 1908-1909, Princeton Theological Seminary. Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc., 2008, pág. 302. 

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