"Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos"
(1 Timoteo 6:11-12).
Estar en el ministerio pastoral no es cosa simple. Hay grandes desafíos, muchas dificultades, oposición, conflictos, etc. También hay grandes alegrías, satisfacciones incomparables y grandes experiencias con Dios.
Me parece que hoy existe un auge por las vocaciones pastorales en muchos jóvenes. Ellos desean servir al Señor y prepararse para el ministerio. Admiran a otros pastores (¡especialmente a los gurús norteamericanos!) y quieren ser como ellos.
Sé que muchos de estas "futuras estrellas" tienen grandes sueños para la iglesia. Muchos de ellos hablan con una propiedad tan impresionante que parece que tuvieran varios años de ministerio cuando en realidad no tienen ninguno.
Quien escribe estas líneas es pastor hace sólo 8 meses (ministro ordenado). Antes de ir al seminario fui presbítero regente. Luego pasé 4 años en práctica durante mis años de seminario y aprendí en la experiencia del campo ministerial muchas cosas. Sin embargo, sé que estoy dando mis primeros pasos.
Desde que soy pastor, he visto a algunos jóvenes que aún no son pastores y ya están dando pautas de cómo se deben hacer las cosas y quieren expresar con sus palabras la supuesta profunda comunión con Dios que ellos tienen y el gran conocimiento teológico que ostentan. Muchos de ellos son simples lectores de blogs y de pequeños artículos. Tengo serias dudas si es que alguna vez han leído una obra de teología contundente de tapa a tapa (por ejemplo, muchos de ellos hablan de Calvino, lo citan, pero tengo absoluta certeza de que nunca han leído la Institución de la Religión Cristiana por completo). Además, hablan de los evangelios, de las cartas de Pablo y de otros libros de la Biblia como si ellos fuesen los grandes exegetas y quieren impresionar con su supuesto gran conocimiento. Falta humildad en estos jóvenes, pero más que humildad, creo que les faltan mentores que los ayuden a dar los primeros pasos en el ministerio cristiano, mentores que les enseñen la necesaria humildad para servir al Señor.
Yo soy joven como muchos de ellos (sólo tengo 35 años) y, en la medida de mis posibilidades, intento mantener mis pies bien puestos en la tierra. Aún tengo mucho que aprender, no sólo de la Biblia y de la teología, sino que también de la vida y práctica ministerial. Se requieren muchos años de aprendizaje para decir que uno ya está caminando a paso firme en el ministerio.
Le pido a Dios que nos ayude. Que no caigamos en el pecado de creer que tenemos todas las respuestas o que será nuestra generación la que finalmente llevará a la iglesia a alturas no alcanzadas antes. Que el Señor nos haga humildes, cautos, tardos para hablar y que antes de ser líderes (o de desear serlo) podamos colocarnos a los pies del Supremo Pastor, Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario