El Salmo 90:2 dice: “Antes que
naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el
siglo, tú eres Dios”. Aquí el salmista expresa lo que ya hemos notado anteriormente: La
Biblia presupone la existencia de Dios y nunca intenta probarla.
Dios es presentado en la
Escritura como el Creador, como la Causa primera de todas las cosas, como Aquel
que existe eternamente, como Aquel que no tiene principio ni final. Dios creó todas las cosas de la
nada y por el poder de Su palabra ellas existen (Gn.1:1, 26-27; Sal. 33:6,9;
Hb. 11:3). Sobre la revelación general José Grau nos dice lo siguiente:
“Entendemos por tal la que nos es dada en la contemplación de los
fenómenos de la naturaleza –y el estudio de las leyes que la rigen–, en la
constitución y operación de la mente y el cuerpo humanos, y en los hechos de la
historia colectiva y la experiencia personal (Sal. 8:1; 19:1-2; Ro. 1:19-20;
2:14-15; Hch. 17:27)”.
Concordamos plenamente con esta
definición. La revelación general es la forma en que Dios se hace conocido a
través del Universo creado, de la constitución humana y de Su gobierno
providencial en la historia humana.
Características de la
Revelación General
La revelación general es universal. Está al alcance de todo ser
humano. Está allí, a fin de que todos la vean y sean llevados a preguntarse
sobre el Dios creador. En la Institución de la Religión Cristiana Juan Calvino señala:
“Infinitas son las pruebas, así en el cielo como en la tierra, que nos
testifican su admirable sabiduría y poder. No me refiero solamente a los
secretos de la naturaleza que requieren particular estudio, como son la
astrología, la medicina y toda ciencia de las cosas naturales; me refiero
también a los que son tan notorios y palpables, que el más inculto y rudo de
los hombres los ve y los entiende, de suerte que es imposible abrir los ojos
sin ser testigo de ellos”.
Es evidente que la revelación
general es natural. Se manifiesta en
el mundo creado y en la constitución humana. Dios ha dejado sus “huellas” en la
creación, con el objetivo de que sirva como testimonio perenne de su gloria y
majestad. Sin embargo, no podemos confundir revelación general con teología
natural. La diferencia entre estas dos será tratada más adelante en este curso. La Escritura no hace distinción
entre revelación natural y sobrenatural. Utiliza los mismos términos para ambas
revelaciones.
Según la Biblia, toda revelación
es sobrenatural. El propio término
revelación, como ya hemos mencionado, apunta a eso. Siempre es Dios quien se
manifiesta, ya sea en la naturaleza o de otras maneras conocidas como
revelación especial. La Creación fue el primer acto
revelador de Dios.
El Creador se manifestó al hombre en el mundo creado y, junto con ello, se
manifestó en el gobierno providencial sobre esa creación. Así es como la
Escritura mira la naturaleza y la historia, a saber: como el teatro donde Dios,
quien es el Creador de todas las cosas, quien las sustenta y ejerce su gobierno
sobre ellas. Todo esto es un acto de revelación permanente de parte de Dios.
La revelación general es también
un acto libre de Dios. Dios se quiso
revelar como ya hemos dicho. Él, por Su soberana voluntad, planeó manifestarse
en la luz de la naturaleza, en las obras de la Creación y en la Providencia. Como dijimos, toda revelación
tiene su iniciativa en Dios, ya que es Él quien se manifiesta a los hombres.
Sin este acto previo y unilateral de Dios el hombre jamás habría tenido
posibilidad alguna de conocerle.
La revelación general es objetiva. Con esto queremos decir que
está allí, que está al alcance de todos los hombres que quieran observarla.
A pesar de todo lo dicho,
debemos decir también que la revelación general es insuficiente. Con esto queremos significar que no fue programada
para traer un mensaje de salvación a los hombres. En ella no existe ninguna
invitación para que los hombres tengan comunión personal con Dios. En ella no
encontramos un mandato específico al arrepentimiento y a la fe. Ciertamente la revelación
general comunica verdades concernientes a Dios, pero no consigue transformar al
hombre. Esa transformación sólo es posible por medio de la aplicación que el
Espíritu Santo hace de las verdades contenidas en el Evangelio.
El conocimiento que podemos
adquirir de la revelación general siempre será escaso, inadecuado, incierto.
Según Bavinck la historia de la filosofía confirma esto, ya que ella registra
cómo los sistemas filosóficos rompen unos con los otros y que su destino
siempre ha sido alguna forma de agnosticismo.
Bavinck dice también que otra
prueba de esa insuficiencia está en el hecho de que es claramente demostrable
que ninguna persona ha quedado completamente satisfecha con la religión
natural.
La relación entre Religión y Revelación General
El ser humano es un ser
religioso. Esto es corolario del hecho de que fue creado a imagen y semejanza
de Dios. Dios lo creó para que se relacionara con Él.
El simple hecho de que el hombre
es un ser religioso ya dice mucho. Los demonios no tienen religión, pues a
pesar de que ellos no dudan de la existencia de Dios, son movidos por el miedo
y el odio hacia Él (Stg. 2:19). Tampoco podemos decir que los animales tienen
religión, pues ellos no poseen conocimiento abstracto, y la idea de Dios, que
es indispensable para la religión, está fuera de su alcance. La religión sí es
una característica propia de los seres humanos. A pesar de que el hombre se
encuentra en estado de condenación (alienado de Dios), aun así, él está
consciente de la existencia de Dios y de su deber de adorarlo.
Ahora surge la pregunta: ¿Qué
debemos entender por religión? La religión, tal como es definida en Las
Escrituras, es el temor de Jehová. Este
temor no es miedo, no es terror, sino una actitud de reverencia unida al amor
que el propio conocimiento de Dios produce.
Este temor va acompañado no sólo de amor, sino también de confianza. Louis
Berkhof en su obra Sumario de la Doctrina
Cristiana dice:
“Las Escrituras nos
enseñan que la religión es una relación del hombre para con Dios en la cual el
ser humano se da cuenta de la majestad absoluta y el poder infinito de Dios, a
la par que de su propia pequeñez e insignificancia y de su completa impotencia.
Podemos pues definir a la religión así: Una
relación con Dios voluntaria y consciente, que se expresa en una adoración
rebosante de gratitud y en un servicio lleno de amor. La forma de esta
adoración religiosa y servicio a Dios, no es el producto de la voluntad
arbitraria del hombre, sino que ha sido determinada por Dios mismo”.
Sabiendo ya lo que es la religión, veamos
ahora cómo se relaciona con la revelación general.
Podemos decir que la religión es fruto de la revelación general de Dios,
ya que el hombre, al contemplar la majestad absoluta y el poder infinito de
Dios en las cosas creadas, es llevado a reverenciar al Creador y,
consecuentemente, a adorarlo.
Todas las grandes religiones afirman ser el
resultado de algún tipo de revelación. La veracidad de esta afirmación no será
discutida en este estudio porque escapa de los objetivos del mismo. El punto en
discusión aquí es que existe una relación estrecha entre revelación y religión,
relación que se ve en todas las religiones sin excepción. Esta unanimidad nos ayuda a comprender que
cuando hablamos de revelación no nos estamos apuntando a un fenómeno arbitrario
o incidental, sino que estamos refiriéndonos a un componente esencial de la
religión.
Si la religión y la revelación están tan
estrechamente ligadas, podemos decir que la revelación es el fundamento de la
religión y que sin ella la religión, tal como la concebimos hoy, no
existiría.
Conclusión
Dios se ha manifestado en la
creación, en la providencia y en la estructura humana. Eso es lo que llamamos
en teología la Revelación General.
Dios nunca ha quedado sin
testimonio sino que los cielos, el firmamento, la tierra y todos los seres
creados (en especial el hombre) proclaman la existencia del Dios creador.