Introducción
Casi al inicio de la Biblia, encontramos el registro de la
Caída del ser humano en el pecado. A partir de ese momento podemos ver que
existe una permanente batalla entre el Reino de Dios y el imperio de las
tinieblas. Basta leer el registro bíblico para percibir esa batalla. Luego de
la Caída y después de haber oído de Adán y de la mujer la confesión de la
comisión del acto pecaminoso (Gn. 3:10-13), Dios se dirige a la serpiente y le
dice:
Porque
hiciste esto, serás maldita entre todos los animales domésticos y entre todos
los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos
los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
descendencia y su descendencia; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en
el talón (Gn. 3:14-15).
Aquí se encuentra registrada la primera alusión a una
batalla, a un conflicto, que se desarrollará a lo largo de la narrativa
bíblica. Es la batalla entre la serpiente y el descendiente de la mujer. La
comprensión de esta batalla y de su desenlace, será objeto del presente
trabajo. Nuestra propuesta es presentar y defender el concepto de batalla por la autoridad legal, como una
llave para la comprensión de la Teología Bíblica del Nuevo Testamento. Para
ello procuraremos describir el concepto, explicarlo y trazar una línea de
eventos escriturísticos que comprueben su existencia y que demuestren cómo su recepción
nos permite tener una herramienta exegética saludable para la interpretación de
la Teología Bíblica del Nuevo Testamento. El concepto lo hemos tomado prestado
del Dr. Leandro Lima, quien lo ha desarrollado en su libro La Gran Batalla Escatológica[1].
Es siguiendo el argumento del Dr. Lima, que pretendemos provocar una discusión
y reflexión saludable acerca de este concepto y defender su viabilidad como
herramienta para la comprensión de la Teología Bíblica del Nuevo Testamento.
El Concepto de Batalla por la Autoridad Legal
¿Qué debemos entender por batalla por la autoridad legal? ¿Cómo identificarla? Son preguntas
que necesitan ser respondidas antes de que defendamos su viabilidad como herramienta
para la interpretación de la Teología Bíblica del Nuevo Testamento.
Lo primero que debemos decir es que se trata de un
conflicto, es decir, de una lucha, de una guerra. Pero no de cualquier tipo de batalla,
sino de una antigua, que se remonta a los inicios mismos de la historia humana.
Cuando observamos el relato del Génesis, podemos ver con
claridad que el Señor es presentado como el Creador de todas las cosas (Gn.
1:1). Sin embargo, también lo vemos como el Supremo Legislador, es decir, Aquel
que Gobierna todas las cosas por medio de su Palabra (Gn. 2:16-17)[2].
Luego de la creación de la mujer, el relato de Génesis es
bien rápido en informarnos de la presencia de un personaje siniestro que,
sirviéndose de un animal, se aproxima a la primera pareja. En sus palabras hay
claras evidencias de ser un adversario, de ser alguien que se opone a lo que
Dios ha establecido. Este adversario cuestiona el mandamiento de Dios, el
carácter de Dios, pone en duda la Palabra de Dios y finalmente la niega (Gn 3:1-7).
El desenlace de esta triste historia es conocida. Nuestros primeros padres
sucumben a la tentación y violan el pacto que Dios había establecido con ellos.
Se hacen, por tanto, acreedores de la maldición del pacto y no solo ellos, sino
que también toda su descendencia (la humanidad toda) sufre los efectos de su
desobediencia (Gn. 3:10-13, cf. Ro. 5:12-21). Pero el personaje siniestro, la
serpiente, también recibe una maldición. Se le dice que habrá una permanente
enemistad entre su descendencia y el descendiente de la mujer. Además, se le
afirma que el descendiente de la mujer le herirá de muerte, a pesar de que él
también provocará dolor en el descendiente de la mujer (Gn. 3:14-15). Muchos
estudiosos concuerdan que aquí tenemos la primera alusión bíblica al Evangelio,
es por ello que suele decirse que en Gn. 3:15 tenemos el proto-evangelio, es decir, el “primer” evangelio[3]. Pero también aquí tenemos
registrado el inicio del conflicto, la declaración
oficial de guerra. A partir de este momento encontramos la presencia del
conflicto que, no es, en palabras del Dr. Lima, “una guerra convencional”[4]. Van Groningen se refiere
a este conflicto como “antítesis”. Al respecto señala:
La
idea básica expresada en el término “antítesis”, que tiene origen griego, es de
oposición...El concepto bíblico implica dos (o más) grupos que están en
oposición uno contra el otro, siendo que no existe posibilidad de tregua entre
ellos, pues son absolutamente contrarios, tal como lo es la luz y las tinieblas,
el bien y el mal...El término bíblico que está en la base del concepto
antítesis es eybâh (enemistad,
antagonismo). Helmer Ringgren, disertando sobre ayab, escribió que en la literatura ugarítica, así como en la
mesopotámica, el verbo y los sustantivos derivados, se refieren al ser hostil,
enemigo, adversario, con el sentido de mal presente[5].
Lo segundo que debemos mencionar es que esta batalla, no es
una cuestión de poder o de fuerzas. No se trata de saber quién tiene el poderío
militar más avanzado, o el más grande, o más desarrollado. Al contrario, en el
centro de esta batalla descansa la idea de quién ostenta el legítimo ejercicio
de la autoridad.
Definiendo Autoridad Legal
Partimos de la base de que existe una diferencia evidente entre
autoridad y poder. La autoridad es un derecho, el poder es un hecho. Si
queremos definir autoridad, podemos decir que es un atributo de una persona que
le otorga el derecho de mandar y ser obedecido, de hablar y ser escuchado. El poder,
al contrario, es fuerza al servicio de una idea.
En términos bíblicos podemos ver que en el NT encontramos la
palabra ἐξουσία que ha sido traducida al español como autoridad, potestad. El
término ἐξουσία significa «el derecho de controlar o governar sobre»[6]. Esto es lo primero que tenemos que tener en mente
cuando hablamos de autoridad, es decir, no se trata de poder, no se trata de
fuerza, sino más bien, de un derecho.
Al
respecto, un pasaje bastante esclarecedor se encuentra en Lucas 4. Cuando Jesús
es tentado por Satanás en el desierto, el tentador le dice: «a tí te daré toda
autoridad y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y la doy a
quien yo quiero» (Lc. 4:6). Aquí Satanás está reclamando ser el legítimo ostentador
de un derecho. Es el derecho que tiene sobre «los reinos de la tierra» (Lc.
4:5). ¿En qué consiste este derecho? ¿Verdaderamente Satanás posee un derecho
legítimo sobre los reinos de la tierra? Muchos afirman que sí y citan como
ejemplo los textos de Efesios 2:2; 6:12; 1 Juan 5:19, donde se dice que Satanás
es el «príncipe de la potestad del aire», que existen «principados,
autoridades, gobernadores de tinieblas» y que «el mundo entero está bajo el
maligno». Al respecto William Hendriksen señala:
¿Prueban
realmente estos pasajes lo que quienes los citan tratan de probar? No creo que
lo hagan. Los primeros tres prueban simplemente que Satanás ejerce una muy
poderosa influencia por mal en la vida de todas aquellas personas y espíritus
malvados que le reconocen como su señor. Pero tales referencias por cierto no
prueban que el diablo sea el dueño y gobernante máximo de las naciones, con el
derecho y el poder para disponer de
ellas y sus riquezas como le plazca, de modo tal que Cristo mismo, al
menos en la dispensación presente, tenga que ocupar un lugar inferior a él. La
realidad es lo opuesto, como lo prueban abundantemente pasajes tales como Gn.
3:15; Sal. 2; Mt. 11:27; 28:18; Ro. 16:20; Ef. 1:20-23; Col. 2:15; y Ap. 12;
20:3, 4, 10. Si se argumentara que algunos de estos pasajes hacen referencia al
poder otorgado a Cristo en su exultación, la respuesta es que aun durante la
humillación de Cristo, Satanás no podía hacer más de lo que Cristo le permitía
hacer. Tanto Mt. 4:11 como los Evangelios en general lo testifican (expulsiones
de demonios; Mt. 12:29; Lc. 10:18; Jn. 12:31). Y en cuanto a la pretensión de
Satanás aquí en Lc. 4:6, es demasiado absurda para merecer una respuesta. Pero
si se insistiera en algún tipo de respuesta, demos Jn. 8:44.[7]
Como podemos ver, Hendriksen se muestra contrario a la idea
de que Satanás haya tenido un derecho legítimo sobre las naciones. Él piensa
que la declaración de Satanás es una mentira, pero también está dispuesto a
aceptar el hecho de que aquellos que rechazan al Señor en realidad están bajo
el Diablo, tal como lo afirma Jesús en Jn. 8:44. A pesar del respeto que
tenemos por Hendriksen, creemos que no es descabellada la idea de pensar que
Satanás había adquirido un derecho legítimo, derecho que le permitía ejercer
una autoridad sobre las naciones paganas y ser el acusador de los hijos de
Dios. Ahora bien, ¿en qué consistía efectivamente este derecho? ¿Qué facultades
le otorgaron? El texto de Apocalipsis 12:9-10 nos da alguna luz sobre el
asunto. El texto en cuestión señala:
Y
fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña a todo el mundo. Fue arrojado a la tierra, y sus
ángeles fueron arrojados junto con él. Oí una gran voz en el cielo que decía:
“¡Ahora ha llegado la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo! Porque ha sido arrojado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
Este pasaje es esclarecedor en este punto, porque nos
muestra que Satanás poseía dos facultades, a saber, engañar a todo el mundo y acusar
a los hijos de Dios. Ahora bien, con respecto a la primera facultad, esto
es, aquella que le permitía engañar a todo el mundo, debemos decir que eso
implicaba ejercer un dominio, una autoridad, una potestad sobre el mundo pagano.
Pablo en 2 Co. 4:4 dice: «Pues el dios de esta edad
presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no los ilumine
el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios».
Aquí Pablo se refiere a Satanás como «el dios de esta edad
presente» (ὁ θεὸς τοῦ
αἰῶνος) no para ponerlo en el mismo
nivel de Dios; sino para mostrarlo como el gobernador y regidor de este mundo[8].
Vemos que esta autoridad le confería a Satanás la facultad de «cegar el entendimiento».
Kistemaker señala:
Y como el espíritu [dios] de esta era, tiene poder para
cegar las mentes de los incrédulos. El contraste es sorprendente: los
predicadores intentan disipar las tinieblas de este mundo con la luz del
evangelio de Cristo; Satanás azota con la ceguera a los incrédulos, de modo que
no puedan ver la luz del evangelio. Un velo cubre sus mentes, de forma muy
parecida al caso de los israelitas, que no querían ver el rostro de Moisés
reflejando la gloria de Dios, y como los judíos, que son incapaces de entender
el mensaje de las Escrituras (3:13–15)[9].
Es
esta, entonces, una facultad adquirida, un derecho que en un momento le fue
entregado. Además, Apocalipsis nos dice que Satanás tenía la facultad de ser el
«acusador de nuestros hermanos», es decir, ostentaba otro derecho más.
El
Acusador, es otro de los títulos utilizados para referirse a Satanás. El
término κατήγωρ, derivado de κατηγορέω ‘acusar’, significa aquel que trae una
acusación[10].
¿En qué consistía esta facultad? En presentarse como el acusador que inculpa a
las personas delante de Dios en su tribunal celestial. Un caso emblemático lo
encontramos en el Libro de Job, donde los ángeles se presentan delante del
Señor y encontramos a Satanás acusando a Job de honrar a Dios movido por el
interés personal (Job 1:6-11). Otro caso lo encontramos en el Libro de
Zacarías, donde Satanás está a la diestra del sumo sacerdote Josué para
acusarle (Zac. 3:1-10)[11].
La
gran pregunta que ahora se nos presenta es la siguiente: ¿Cómo Satanás adquirió
estos derechos? ¿Quién se los concedió? Es lo que nos proponemos responder a
continuación.
El reino de las tinieblas y el hombre fuerte
Ya
hemos definido lo que es la autoridad legal y hemos visto que desde la Caída se
ha trabado una batalla entre la descendencia de la serpiente y la descendencia
de la mujer. También hemos mencionado que Satanás ostentaba dos facultades, a
saber, la de engañar a las naciones y la de acusar a los hijos de Dios. Ahora
la pregunta que queremos intentar responder, en la medida que una sana exégesis
bíblica lo permite, es cómo Satanás adquirió esas facultades.
Aquí,
debemos reconocer, entramos en aguas profundas donde es muy posible ahogarse y
terminar afirmando algo que la Biblia no dice. Por lo tanto, con suprema
cautela nos sumergiremos hasta donde nos sea posible en la revelación bíblica.
Mencionábamos
al comienzo de este trabajo que la batalla comenzó en el jardín del Edén,
cuando Dios dice que habrá enemistad entre la descendencia de la serpiente y el
descendiente de la mujer. Por lo tanto, Génesis 3 tiene que ser nuestro punto
de partida.
El
Dr. Lima señala que existen paralelos interesantes entre Génesis 3 y
Apocalipsis 12[12].
Se establece una serie de temas y personajes en común:
Génesis
3
|
Apocalipsis
12
|
|
|
Al
parecer, como lo afirma el Dr. Lima, todo indica que Apocalipsis 12 amplía la interpretación
de la narrativa de Génesis 3. Y así, podemos notar que Satanás en Génesis 3 es
mencionado como serpiente, esto es, un ser astuto y cautivador, y en
Apocalipsis 12, como un dragón, esto es un ser fuerte y poderoso. El hecho de
que Apocalipsis 12 lo califique como un ser fuerte y poderoso, es corroborado
por la palabras de Jesús en Mateo 12:29, cuando, por medio de una parábola,
dice que Satanás es «un hombre fuerte». Pero más interesante aún es el verso
26, donde Jesús afirma que Satanás posee un «Reino». Esto sumado a los textos
ya mencionados de 2 Corintios 4:4; Efesios
2:2; 6:12; 1 Juan 5:19, parecen corroborar lo que hemos estado intentando
demostrar: Satanás, al hacer caer a nuestros primeros padres, adquirió un
derecho legímito que ejerció durante mucho tiempo. Aquí es bueno mencionar
ciertas distinciones. Jurídicamente, un derecho
adquirido es una facultad legal regularmente ejercitada y una mera expectativa son las que no se han
puesto en ejercicio. Si Satanás, desde la caída, según 2 Co 4:4 y Ap. 12:10
podía cegar a las naciones y acusar a los hijos de Dios, claro está que él
poseía un derecho adquirido y no una mera expectativa. Y un derecho es la
facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor o que el dueño de una cosa
nos permite en ella. De allí,
entonces, podemos concluir, que Satanás, al hacer caer al ser humano de su
estado de justicia original, recibió de Dios (ver Jn. 19:11) un derecho que
puso en ejercicio hasta que le fue arrebatado legalmente. Y vemos que, a lo
largo de toda la revelación bíblica, Satanás ejerce ese derecho y que fue el
descendiente de la mujer, esto es, el Señor Jesucristo, quien por medio de una
batalla por la autoridad legal, se lo arrebató.
Batalla por la autoridad
legal: una llave para la comprensión de la Teología Bíblica
del Nuevo Testamento
Ciertamente
existen diferentes aproximaciones a la Teología Bíblica. Partiendo desde las
perspectivas clásicas donde se estudiaba el mensaje y los contenidos teológicos
de cada libro de la Biblia, y se intentaba realizar una síntesis de temas,
hasta llegar a la propuesta de G.K. Beale, que busca presentar una particular
línea de desarrollo de la historia de la redención que pueda servir de punto de
referencia para la interpretación de toda la Biblia[13].
Creemos
que este último camino parece ser el más adecuado y por eso presentamos el
concepto de Batalla por la Autoridad Legal
como un punto de referencia (o una llave interpretativa) que nos permitirá comprender
la Teología Bíblica del Nuevo Testamento de una manera más cohesionada. Tal
como se afirmó al principio, creemos que ya en Génesis 3 encontramos esta
referencia, presentada de manera escatológica, pues Dios ya estaba anunciando
tanto la batalla como el resultado, es decir, estaba anunciando el futuro.
Usando
esta herramienta en la interpretación de la Teología Bíblica del Nuevo
Testamento, permitirá que tengamos un concepto unificador del mismo. El desafío
está en leer la narrativa bíblica con él en mente y ver cómo se va
desarrollando hasta la consumación.
Conclusión
La
propuesta de este trabajo era presentar el concepto de batalla por al autoridad
legal, describirlo con base bíblica y proponer su uso como llave para la
interpretación de la Teología Bíblica del Nuevo Testamento.
Estamos
concientes de que se trata de un modelo nuevo, pero que hace justicia, tanto a la
historia de la redención como también a la escatología bíblica.
No hay
dudas de que aquí presentamos una primera aproximación y dejamos para el futuro
un desarrollo más acabado. Sin embargo, creemos que siguiendo este camino,
podremos llegar a un buen puerto. No se trata de defender «LA LLAVE» de
interpretación, sino una llave útil para la comprensión de la Teología Bíblica
del Nuevo Testamento.
[1] LIMA, Leandro Antonio
de. A grande Batalha Escatológica. Sao
Paulo: Editora Agathos, 2016.
[2] Entendemos que en Gn.
2:16-17 tenemos el registro del Pacto de Obras. Allí Dios es presentado como el
Supremo Legislador que Gobierna sobre su creación y es el dador de la Ley,
expresada en este caso particular por medio de una prohibición. El hombre debía
cumplir la Ley del Señor para así ser bienaventurado y pasar la prueba. Cosa
que, como vemos en Gn. 3, no sucedió.
[3] Ver, por ejemplo, VAN
GRONINGEN, Gerard. Revelación Mesiánica
en el Antiguo Testamento. (Sao Paulo): Cultura Cristiana, 2ª ed. 2003, pág.
106; Creación y Consumación, Vol. I.
(Sao Paulo): Cultura Cristiana, 2002, pág. 133 y ss.; HOUSE, Paul R. Teología del Antiguo Testamento. Sao
Paulo: Editora Vida, 2005, pág. 81; MERRILL, Eugene H. Teología del Antiguo Testamento. Sao Paulo: Shedd Publicaciones,
2009, pág. 230. GOLDSWORTHY, Grame. Estrategia
Divina: Una Teología Bíblica de la Salvación. Barcelona: Publicaciones
Andamio, 2003. Pág. 142.
[5] VAN GRONINGEN, Gerard. Creación y Consumación, Vol. 1, pág.
155-156.
[6] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). Greek-English lexicon of the New
Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol.
1, p. 475). New York: United Bible Societies.
[7] HENDRIKSEN, William. Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio
de según San Lucas. Grand Rapids: Libros Desafío (1990), pág. 180.
[8] Ver
KISTEMAKER, Simon. Comentario al Nuevo
Testamento: 2 Corintios. Grand Rapids: Libros Desafío (1997), pág. 121.
[9] Ibid.
[10] Louw,
J. P., & Nida, E. A. (1996). Greek-English lexicon of the New Testament: based
on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 436). New
York: United Bible Societies.
[11] Ver
MOUNCE, Robert H. Comentario al Libro del
Apocalipsis. Barcelona: Editorial Clie (2007), pág. 330.
[12] LIMA,
Leandro Antonio de. Apocalipsis como
Literatura: Un estudio sobre la importancia del análisis del arte literario en
Apocalipsis 12-13. Tesis Doctoral, pág. 166.
[13] Sobre el
asunto, ver el instructivo ensayo de Andreas J. Köstenberger, The Present and Future of Biblical Theology. Southwestern Journal of Theology, Volume 56, Número 1, Otoño 2013.
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