Dios ha hablado por medio de su Palabra. Es lo que se conoce en
Teología como revelación. La revelación entraña la idea de comunicación. Dios
se muestra, se devela, se da a conocer. La revelación se da de dos maneras: (a)
Por el universo creado y la constitución
humana (Sl. 19:1-6; Ro. 2:14-15), es la llamada revelación general; (b) Por la Biblia, registro inspirado de la
Palabra de Dios (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:20-21), es la llamada revelación
especial. La Biblia, por tanto, reclama para sí la calidad de registro
inspirado de la voluntad de Dios y, por ser inspirado, no contiene errores
(inerrante) y no puede ser acusada de error (infalible).
La Biblia nos presenta un tipo de historia particular, a saber, la
Historia de la Redención (i.e. cómo Dios salva a pecadores). Como historia,
ella presenta un avance bien definido por un comienzo (Creación), un desarrollo
(Caída y sus consecuencias) y un fin (Redención y Consumación final).
a) La Creación.
El registro de la Creación
se encuentra en el Libro de Génesis, donde se dice en su primer versículo: “Dios,
en el principio, creó los cielos y la tierra” (1:1). Dios es presentado
como el Creador, como Aquel que dio origen a todas las cosas, las visibles e
invisibles. Él dio orden al Universo y, particularmente, destaca en Génesis 1
la creación y orden de toda la tierra en 6 días. En el día sexto Dios crea al
ser humano (hombre y mujer) y establece para ellos tres mandatos que gobernarán
sus vidas y la de toda la humanidad (Gn. 1:26-30): (1) Mandato Espiritual (la relación con Dios); (2) Mandato Social (la relación con sus semejantes y, particularmente,
con la familia) y (3) Mandato Cultural
(la relación con el Cosmos creado). Ese era el estado primario del ser humano
creado a imagen de Dios. Un estado perfecto, pues Dios da su parecer
considerando que todo lo creado era muy bueno (Gn. 1:31). Todo era perfecto.
b) La Caída.
Sin embargo, toda esa
creación se vio afectada por la Caída del ser humano en el pecado registrada en
Génesis 3. Allí se nos dice que un adversario (la serpiente) se introduce en el
Jardín de Dios y tienta al ser humano para que desobedezca a Dios. Tristemente,
el ser humano oye la voz de la serpiente y desecha la Palabra de su Creador.
Desde ese momento, la historia humana está marcada por tristeza, conflicto,
desorientación, maldad, violencia, etc.
Dios había establecido un
pacto con el ser humano (Gn. 2:17), pacto que implicaba obediencia total al
Creador y que, como consecuencia de su observancia, traería bendición para el
ser humano, pues sería elevado a una condición de existencia superior. Sin
embargo, el pacto también establecía una maldición por su no cumplimiento: el
ser humano moriría. Dios, entonces, fiel a su palabra, al ver que el ser humano
había desobedecido, tuvo que aplicar el juicio (mitigado ciertamente, lo que es
una demostración de su gracia) y las tres relaciones antes mencionadas se
vieron afectadas profundamente por causa de la desobediencia. El hombre ya no
disfrutaría más de aquella comunión con Dios (pues espiritualmente murió, cfr.
Ef. 2:1); además, las relaciones entre hombre y mujer serían conflictivas (y
entre seres humanos) y, finalmente, la tierra quedó bajo maldición, dejando de
ser el lugar ideal para transformarse en un lugar hostil para el ser humano.
c) La Redención.
Pero Dios, que es rico en misericordia no
dejó al ser humano a la deriva, sino que prometió un Redentor (Gn. 3:15). Un
descendiente de la mujer vendría a acabar con las obras de la serpiente y
restauraría las tres relaciones fundamentales del ser humano: Con Dios, con el
prójimo y con el mundo. Ese Redentor es Jesucristo, el Emanuel, el Dios-hombre
que, cuando se cumplió el tiempo vino (Gl. 4:4) y murió en una Cruz para dar
salvación a todos aquellos que creen en él y le reconocen como el Señor y
Salvador de sus vidas (Ro. 10:9). Pero la redención no solo restaura la
relación con Dios, sino que también las relaciones sociales y las culturales.
Es por eso que afirmamos que en Jesús, la restauración se está efectuando y llegará
a la Consumación cuando él vuelva nuevamente.
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