viernes, 16 de noviembre de 2012

El Nuevo Cántico al Cordero (Apocalipsis 5:9-19)


          
Apocalipsis 5:9-10 registra el Nuevo Cántico al Cordero que es digno de tomar el libro del plan de Dios y de abrirlo. Jesucristo adquirió este derecho en virtud de su muerte expiatoria en la cruz.

La muerte de Cristo es uno de los eventos más importantes en la historia de la redención. En los días actuales las personas no aceptan que Jesús debía morir para salvar a los pecadores y la idea de que se sacrificó para pagar el precio por los pecados es inconcebible. Un Dios bueno, según la opinión de muchos, no podría exigir semejante pago.

La Biblia nos enseña que el hombre está totalmente corrompido por el pecado y que el pecado hace separación entre Dios y el hombre. De ahí la necesidad del sacrificio de Cristo, pues alguien necesitaba satisfacer la justicia de Dios.

La muerte de Jesús por los pecados no es algo absurdo, ya que la Escritura afirma que él murió para cumplir la misión que Dios Padre le entregó: Salvar a los escogidos de Dios por medio de su muerte.

Contexto:

Apocalipsis 5:9-10 es un nuevo cántico al Cordero que es digno de tomar el libro y de abrir sus sellos. Ciertamente este cántico es, como dice el texto, nuevo. A pesar de que esta sea una realidad incuestionable, podemos decir que el contenido de este nuevo cántico expresa varias verdades contenidas en diversos pasajes bíblicos. Veamos cada una de ellas:
(1) La dignidad del Cordero:
Lo primero que podemos ver es que el Cordero es digno, esto es, Él es merecedor del derecho de tomar el libro y de abrirle los sellos. Este merecimiento apunta para su obra en la cruz del calvario. Fue allí donde Cristo satisfizo la justicia del Padre, fue allí donde él conquistó esta dignidad. En 1 P. 1:18-21 leemos:  “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (itálico mío).
La obra de Cristo en la cruz del calvario ya había sido anunciada en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, en Isaías 53:7 leemos: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (itálico mío). La obra de Cristo como el Cordero digno, esto es, sin defecto, sin mácula, ya estaba determinada en la ley de Dios, especialmente en la institución de la pascua (Ex.12:5). Juan el Bautista utilizó la frase “cordero de Dios” para referirse a Jesús (Jn. 1:29, 36). La figura de un cordero sacrificado, tan repetida en el Antiguo Testamento, apuntaba para Jesús. Esto queda evidente en el Nuevo Testamento (1 P. 2:24). El propio Pablo dice: “… porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Co. 5:7). En el libro de Apocalipsis tenemos unas 28 referencias a Cristo como el Cordero[1].
Como podemos ver, la dignidad del Cordero se relaciona con lo que Cristo hizo, con su obra. La obra de Cristo se encuentra registrada en tantas partes de la Escritura que escaparía al objetivo de este post el citar cada una de ellas.
(2) La redención conquistada por el Cordero:
Una segunda verdad bíblica registrada en nuestro texto es la redención conquistada por el Cordero: “…porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (v.9c). La redención que el Cordero efectuó fue el acto de libertar o rescatar mediante el pago de un precio. Dios ya había dicho a Israel: “Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes” (Éx. 6:6).
En el Antiguo Testamento, la idea de redención apunta tanto para el rescate (o pago) cuanto para el acto libertador. Como vemos, el acto de liberación que Dios operó para con Israel de la esclavitud de Egipto siempre fue recordado como un acto redentor de Dios (Éx.15:13). En muchos textos del Antiguo Testamento se repite la frase “Redentor de Israel” (e.g. Is. 41:14; 43:14; 44:6).
En el Nuevo Testamento, también encontramos esta connotación (cfr. Mt. 20:28; Mr. 10:45). Jesucristo es el Redentor, Aquel que dio su vida en rescate por todos (1 Ti. 2:6; Gl. 3:13).
Vemos que existen varios pasajes en la Escritura que hablan sobre la redención. Unos apuntan para el acto de redimir y otros para la persona del redentor. Claramente se ve aquí lo que Jesucristo hizo: compró a los escogidos de Dios para Dios. Él pagó el rescate, él los libró de la ira de Dios[2].
 (3) El establecimiento de un reino universal por el Cordero:
Una tercera verdad que fluye de nuestro texto es la idea de Reino: “… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes…” (v. 10a). Anthony Hoekema dice en su libro La Biblia y el Futuro que el Reino de Dios es el tema central de la predicación de Jesús y, en consecuencia, de la predicación y enseñanza de los apóstoles[3]. El mismo autor nos dice que siempre debemos mirar para el reino de Dios como una realidad relacionada de forma indivisible con la persona de Jesucristo[4]. De esa forma podemos ver que la victoria del Cordero digno constituyó un reino y eso es motivo de loor en el cielo.
Es bien sabido que la expresión reino de Dios no aparece en el Antiguo Testamento, sin embargo, la figura de Dios como un rey aparece en diversos textos (e.g. Sal. 10:16; 47:2; Is. 33:22; 44:6). Dios es llamado de “Señor de los señores” (Sal. 136:3), David lo llama de “Rey mío y Dios mío” (Sal. 5:2). Luego del cautiverio, la esperanza de Israel se fundamentaba en la restauración del reino (Is. 11:1). Se esperaba la llegada del Mesías que traería la gloria a ese reino (Jer. 23:5).
En el Nuevo Testamento vemos que la predicación de Juan comienza con: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). El Señor Jesucristo continuó predicando el mensaje de Juan (Mr. 1:14; Lc. 8:10; 9:11)[5].
Este reino debe ser entendido como el gobierno de Dios en la historia humana a través de Jesucristo y cuyo objetivo es la redención del pueblo de Dios del pecado buscando el establecimiento final de los nuevos cielos y la nueva tierra[6].
(4) El establecimiento de un sacerdocio universal por el Cordero:
Una cuarta propuesta de nuestro texto es la constitución de un sacerdocio para Dios “… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes” (v. 10a). Ya en Éxodo 19:6 tenemos una referencia a esta verdad. Dios hablando con Moisés en el Sinaí dijo: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes…”. Fue el propósito de Dios que su pueblo fuese un reino de sacerdotes, esto es, un grupo de personas que se encargasen de dirigir el culto a Dios y que le sirviesen. Ciertamente Dios estableció en el Antiguo Testamento un grupo especial, una tribu determinada, a saber, la tribu de Leví (Éx. 28:1; 30:26-30). En el Nuevo Testamento el sacerdocio adquiere una forma diferente. La carta a los Hebreos resalta el papel de Cristo como el Sumo Sacerdote. Para cumplir esta función el Hijo tuvo que encarnarse (Hb. 2:17). En Apocalipsis el Cordero digno cumple la promesa de Dios en Éxodo 19:6. Cristo hace de cada creyente un sacerdote para Él (Ap. 1:6; 5:10; 20:6)[7].
Comentario:
Primeramente daremos unas breves reflexiones sobre el contexto próximo para, posteriormente, comentar el texto de Apocalipsis 5:9-10.
El capítulo 5 de Apocalipsis corresponde a la tercera división del libro que va desde 4:1 hasta el final del libro. En el capítulo 4, Juan ve la adoración celestial al Padre por ser el Creador de todo lo que existe. Los seres vivientes proclaman: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (4:8). Luego los veinticuatro ancianos adoran a Dios diciendo: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (4:11).
El capítulo 5 comienza con la visión de Dios sentado en el trono con un libro en la mano. Este libro está escrito por dentro y por fuera y, también, se encuentra sellado con siete sellos (5:1). Luego vemos que un ángel proclama en alta voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” (5:2). Juan dice en el versículo 3: “Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”. Esto provocó profunda tristeza en Juan (5:4), pero uno de los ancianos le dijo que no llorara pues “…He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (5:5). En ese momento Juan dice que vio en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y entre los ancianos “…un Cordero como inmolado” (5:6). Luego ve que el Cordero tomó el libro de la mano derecha de Dios (5:7) y cuando esto sucedió “… los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos” (5:8).
En este punto llegamos a nuestro texto que comienza diciendo que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
 I. El Nuevo Cántico al Cordero (v.9a):
Kistemaker dice que este es el primero de los tres himnos que exaltan al Cordero por su obra redentora en la cruz del calvario[1]. Los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos alaban al Cordero por su obra redentora[2], algo que es evidente de la simple lectura del texto.
El texto dice que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos “cantaban un nuevo cántico” (v.9a). David Aune dice que la expresión nuevo cántico ocurre solamente dos veces en Apocalipsis: aquí y en 14:3. La expresión nuevo cántico simplemente se refiere a una nueva composición con el propósito de celebrar un evento especial[3]. Kistemaker dice que el adjetivo nuevo sugiere que lo nuevo ha salido de lo antiguo como una entidad separada[4], apuntando así para la realización del plan de Dios. Leon Morris dice que en el Nuevo Testamento la palabra ᾠδὴν siempre es usada para referirse a cánticos sagrados[5]. Podemos decir entonces que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos proclaman un nuevo cántico sagrado, ya que están celebrando un evento especial en la historia de la redención, a saber, el sacrificio expiatorio del Cordero. Este cántico es nuevo en el sentido de ser el evento de la historia, algo sin precedentes[6].
II. El contenido del Nuevo Cántico: La dignidad del Cordero (v.9b)
El nuevo cántico entonado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos dice: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos…”. El Cordero es digno de tomar el libro y de abrirlo y esta dignidad deriva de su sacrificio voluntario en la cruz[7]. David Aune dice que tres himnos en Apocalipsis comienzan con el adjetivo ἄξιος “digno” (4:11; 5:9, 12) y todos están en la sección que va desde el 4:1 hasta el 5:14[8]. El himno de 5:9-10 va dirigido al Cordero, por eso ha sido designado como el cántico del Cordero[9]. Esta dignidad le permite “tomar el libro y de abrir sus sellos”. La pregunta que inmediatamente surge es: ¿Qué es este libro? ¿Cuál es su contenido? En 5:1 leemos que este libro estaba en la mano de Dios y que estaba escrito por dentro y por fuera. Con esto en mente, podemos decir que se trata de un rollo y no de un libro como entendemos en nuestros días, pues en tiempos bíblicos el libro era un rollo y no un códice, cuyo uso comenzó a partir del II siglo. Kistemaker dice que el hecho de que el libro estuviese escrito por dentro y por fuera apunta para la abundancia del mensaje contenido en él[10]. Con respecto al contenido podemos afirmar las siguientes cosas: (1) El rollo estaba en la mano de Dios, señalando su autoría divina; (2) El libro estaba escrito por dentro y por fuera, por lo tanto, estaba completo, nada podía ser adicionado ni quitado; y (3) Solamente la abertura de los sellos en el capítulo 6 revela el contenido del libro. Teniendo esto presente, podemos decir que el libro contiene el plan de Dios para todos los tiempos, desde el principio hasta el fin[11]. Una buena pregunta sería: ¿Por qué el libro estaba sellado? Kistemaker dice que eso es símbolo que apunta para dos sentidos. Primeramente, el libro esta escrito por completo, o sea, el plan completo de Dios está escrito y determinado. En segundo lugar, el libro está sellado, o sea, lo que está escrito es inmutable y permanecerá así hasta el final. Además, se nos dice que está sellado con siete sellos, señalando con eso la idea de totalidad[12].
El Cordero es digno de tomar el libro del plan de Dios en sus manos y de abrir los sellos que desatarán los eventos finales del plan de Dios. Este libro está completo, nada le falta y nada puede ser adicionado. El hecho de que el libro posee siete sellos confirma esta posición, pues el número siete en la Biblia representa totalidad. Solamente el Cordero es digno de tomar el libro y de abrirlo. Él conquistó este derecho por su obra expiatoria.
III. El Contenido del Nuevo Cántico: La causa de la dignidad del Cordero (v.9c)
Luego de adorar al Cordero por su dignidad, el propio cántico nos dice el porqué de esta dignidad: “porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios…”. La conjunción ὅτι introduce una nueva cláusula que nos presenta el motivo de la dignidad del Cordero. En este sentido, se enfatizan dos verbos, expresados en aoristo, que apuntan para la muerte del Cordero y los efectos salvíficos de su muerte[13]: El verbo ἐσφάγης (fuiste inmolado) y el verbo ἠγόρασας (nos has redimido).
El primer verbo ἐσφάγης es usado en relación a la ejecución de Jesús solamente aquí en Apocalipsis. El uso de este verbo es importante, pues acentúa la falta de misericordia y el uso excesivo de violencia. Como ya dijimos en la traducción del texto, el término se relaciona con una muerte sacrificial, una muerte en substitución por otros. Como dice Kistemaker, la muerte de Cristo no fue accidental ni fue una tragedia inevitable. Él se entregó voluntariamente para pagar el precio del castigo por el pecado, para satisfacer la justicia de Dios, para efectuar la reconciliación y para restaurar Su pueblo en una verdadera comunión con Dios[14]. Es por causa de este sacrificio que Cristo es digno de tomar de la mano de Dios el rollo y de abrirle los sellos y, así, hacer realidad su contenido[15].
El segundo verbo ἠγόρασας literalmente significa comprar y es usado aquí y en 14:3 en sentido figurado, a saber: causar liberación de alguien mediante el pago de un precio[16]. Jesucristo satisfizo la justicia de Dios con su muerte en el calvario. El castigo que Dios había establecido para Adán y su descendencia fue eliminado por Cristo. Este verbo también apunta para un hecho determinado: Cristo compró de una vez  y para siempre mediante su obra en la cruz a los escogidos del Padre. El uso del aoristo indica claramente eso[17].
IV. El Contenido del Nuevo Cántico: Los favorecidos con la obra del Cordero (v.9d)
Ya conociendo el motivo de la dignidad del Cordero, tal como es expresado en el texto, el nuevo cántico habla sobre los favorecidos con la obra del Cordero, a saber: “…de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. Esta lista de cuatro unidades étnicas enfatiza universalidad[18]. Kistemaker nota que esta expresión “linaje y lengua y pueblo y nación” aparece con ciertas variaciones en varias partes de Apocalipsis (7:9; 10:11; 11:9; 13:7; 14:6; 17:15). Según este autor la palabra linaje transmite la idea de descendencia (en términos de nexos físicos). La palabra lengua tiene una connotación más amplia, pues señala una comunicación lingüística. La palabra pueblo se refiere a un grupo étnico de descendencia común. Y la palabra nación se refiere a una entidad política con límites geográficos propios. El mismo autor dice que debido a que esta expresión es usada con tanta frecuencia en Apocalipsis, debe ser interpretada como una expresión de amplitud[19]. El Cordero fue inmolado para comprar para Dios hombres y mujeres de todo lugar. Claramente esta expresión es una indicación de la universalidad de la iglesia y, con este propósito, Juan acumula estos términos para así dar un mayor impacto[20].
V. El contenido del Nuevo Cántico: Los resultados de la obra del Cordero (v.10)
Habiendo dicho que el nuevo cántico habla sobre los favorecidos con la obra expiatoria del Cordero, ahora se refiere a los resultados de esta obra “… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Kistemaker comentando este versículo dice que existe un paralelo entre 5:10, 1:6 y 20:6[21]. Leon Morris dice que aquí, por segunda vez en este cántico, se nos recuerda que los redimidos pertenecen al Señor[22]. Por su parte, Aune dice que el pueblo de Dios disfruta de dos privilegios: (1) Ellos constituyen un reino; (2) Ellos son sacerdotes. El mismo autor dice que el sustantivo plural ἱερεῖς (sacerdotes) puede ser nominativo o acusativo, pero aquí debe ser usado como acusativo ayudando así a entender la ambigüedad de la frase βασιλείαν ἱερεῖς (un reino, sacerdotes) de 1:6 como refiriéndose a dos privilegios en vez de sólo uno[23]. Vemos claramente en este texto el cumplimiento, en Cristo, de lo que fue prometido a Israel en el Sinaí (Éx. 19:6). Los creyentes, como cuerpo, constituyen un reino e individualmente son sacerdotes para Dios. Ambos términos tienen un significado activo. Como reino “ellos reinarán” y como sacerdotes “ellos sirven” a Dios[24]. Según Kistemaker, el texto expresa las siguientes verdades: Los redimidos son insertados en el reino de Dios, son hechos sacerdotes y reciben el privilegio de gobernar como reyes. El mismo autor dice que el texto afirma que ya son sacerdotes y que están en el reino ahora y que, ciertamente, lo estarán en el futuro[25].
Los resultados de la obra del Cordero son sublimes. Él constituyó para Dios un reino e hizo de cada creyente un sacerdote. Además, no sólo tiene resultados para el presente, pues los creyentes reinarán sobre la tierra. Este reinado de los santos debe ser entendido como su participación en el reino de Dios. Esta participación en el reino es un énfasis de la literatura apocalíptica[26]. Este reinado apunta también para la vindicación y triunfo final de los santos que han sufrido durante años por causa de la persecución. No se dice cómo ellos reinarán ni cuándo. Sin embargo, es clara la afirmación de que ellos verdaderamente reinarán, o sea, participarán del dominio soberano de Dios sobre la tierra[27].

Conclusión:
En este post presentamos un breve estudio de Apocalipsis 5:9-10. Vimos que el texto es un cántico de adoración a Cristo, quien es digno de abrir el libro del plan de Dios. Esta dignidad fue conquistada por su sacrificio voluntario en la cruz del calvario.
Jesucristo nos redime con su sangre y de esta forma pasamos a formar parte de su reino y somos constituidos sacerdotes. Estos privilegios son, claramente, inmerecidos. De allí que la alabanza sea dirigida únicamente a Él. Jesucristo venció, conquistó para nosotros lo que nos era imposible conquistar.
Cuando no se encontró a nadie en los cielos y en la tierra que fuese digno de abrir el libro, Juan lloró mucho. Pero cuando recibió la información de que había Alguien que era digno, su llanto cesó. Esto es lo que Apocalipsis 5:9-10 quiere comunicar: La victoria de Cristo sobre las fuerzas del mal es real. Él venció y constituyó un reino de sacerdotes que reinarán juntamente con él en los nuevos cielos y en la nueva tierra. 
La iglesia del Señor hoy necesita oír este mensaje, pues vivimos en tiempos difíciles y ciertamente las cosas van empeorar. Sabemos que cada vez será más y más difícil mantenerse firme, sabemos que la oposición aumentará. Por lo tanto, la enseñanza de la Escritura sobre la victoria de Cristo es fuente de valor y consuelo. Sin importar cuan complicado sea el porvenir, podemos descansar confiados en que Jesucristo, el Cordero de Dios, nos asegura la victoria. ¡A su nombre sea la gloria! 




[1] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 236.
[2] MOUNCE, Robert H.: The Book of Revelation. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International Commentary on the New Testament), pág. 135.
[3] Ibid.
[4] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 236.
[5] MORRIS, Leon: Revelation: An Introduction and Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New Testament Commentaries 20), pág. 99.
[6] LENSKI. R.C.H.: The Interpretation of St. John´s Revelation. Columbus, O.: Lutheran Book Concern, 1935, pág. 205.
[7] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[8] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 360.
[9] Ibid.
[10] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 226.
[11] Ibid., pág. 228.
[12] Ibid., pág. 229.
[13] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 361.
[14] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[15] Ibid.
[16] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 361.
[17] MORRIS, Leon: Revelation: An Introduction and Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New Testament Commentaries 20), pág. 100.
[18] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 361.
[19] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[20] MOUNCE, Robert H.: The Book of Revelation. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International Commentary on the New Testament), pág. 136.
[21] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 238.
[22] MORRIS, Leon: Revelation: An Introduction and Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New Testament Commentaries 20), pág. 101.
[23] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 362.
[24] MOUNCE, Robert H.: The Book of Revelation. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International Commentary on the New Testament), pág. 136.
[25] KISTEMAKER, Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 238.
[26] AUNE, David E.: Word Biblical Commentary: Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical Commentary 52A), pág. 362.
[27] MORRIS, Leon: Revelation: An Introduction and Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New Testament Commentaries 20), pág. 101.








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