Apocalipsis 5:9-10 registra el Nuevo Cántico al Cordero que es digno de tomar el libro del plan de Dios y de abrirlo. Jesucristo adquirió este derecho en virtud de su muerte expiatoria en la cruz.
La muerte de Cristo es uno de los eventos más
importantes en la historia de la redención. En los días actuales las personas
no aceptan que Jesús debía morir para salvar a los pecadores y la idea de que se sacrificó para pagar el precio por los pecados es inconcebible. Un Dios
bueno, según la opinión de muchos, no podría exigir semejante pago.
La Biblia nos enseña que el hombre está
totalmente corrompido por el pecado y que el pecado hace separación entre Dios
y el hombre. De ahí la necesidad del sacrificio de Cristo, pues alguien
necesitaba satisfacer la justicia de Dios.
La muerte de Jesús por los pecados no es algo
absurdo, ya que la Escritura afirma que él murió para cumplir la misión que
Dios Padre le entregó: Salvar a los escogidos de Dios por medio de su muerte.
Contexto:
Apocalipsis 5:9-10
es un nuevo cántico al Cordero que es digno de tomar el libro y de abrir sus
sellos. Ciertamente este cántico es, como dice el texto, nuevo. A pesar de que
esta sea una realidad incuestionable, podemos decir que el contenido de este
nuevo cántico expresa varias verdades contenidas en diversos pasajes bíblicos.
Veamos cada una de ellas:
(1) La dignidad del Cordero:
Lo primero que
podemos ver es que el Cordero es digno, esto es, Él es merecedor del derecho de
tomar el libro y de abrirle los sellos. Este merecimiento apunta para su obra
en la cruz del calvario. Fue allí donde Cristo satisfizo la justicia del Padre,
fue allí donde él conquistó esta dignidad. En 1 P. 1:18-21 leemos: “sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación
del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y
mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y
esperanza sean en Dios” (itálico mío).
La
obra de Cristo en la cruz del calvario ya había sido anunciada en el Antiguo
Testamento. Por ejemplo, en Isaías 53:7 leemos: “Angustiado él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado
al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió
su boca” (itálico mío). La obra de Cristo como el Cordero digno, esto es, sin
defecto, sin mácula, ya estaba determinada en la ley de Dios, especialmente en
la institución de la pascua (Ex.12:5). Juan el Bautista utilizó la frase
“cordero de Dios” para referirse a Jesús (Jn. 1:29, 36). La figura de un
cordero sacrificado, tan repetida en el Antiguo Testamento, apuntaba para
Jesús. Esto queda evidente en el Nuevo Testamento (1 P. 2:24). El propio Pablo
dice: “… porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”
(1 Co. 5:7). En el libro de Apocalipsis tenemos unas 28 referencias a Cristo
como el Cordero[1].
Como
podemos ver, la dignidad del Cordero se relaciona con lo que Cristo hizo, con
su obra. La obra de Cristo se encuentra registrada en tantas partes de la
Escritura que escaparía al objetivo de este post el citar cada una de ellas.
(2) La redención
conquistada por el Cordero:
Una
segunda verdad bíblica registrada en nuestro texto es la redención conquistada por
el Cordero: “…porque tú fuiste inmolado,
y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y
nación” (v.9c). La redención que el Cordero efectuó fue el acto de libertar
o rescatar mediante el pago de un precio. Dios ya había dicho a Israel: “Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo
soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os
libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios
grandes” (Éx. 6:6).
En
el Antiguo Testamento, la idea de redención apunta tanto para el rescate (o
pago) cuanto para el acto libertador. Como vemos, el acto de liberación que
Dios operó para con Israel de la esclavitud de Egipto siempre fue recordado como
un acto redentor de Dios (Éx.15:13). En muchos textos del Antiguo Testamento se
repite la frase “Redentor de Israel” (e.g. Is. 41:14; 43:14; 44:6).
En
el Nuevo Testamento, también encontramos esta connotación (cfr. Mt. 20:28; Mr.
10:45). Jesucristo es el Redentor, Aquel que dio su vida en rescate por todos
(1 Ti. 2:6; Gl. 3:13).
Vemos que existen varios pasajes en la Escritura que hablan sobre la
redención. Unos apuntan para el acto de redimir y otros para la persona del
redentor. Claramente se ve aquí lo que Jesucristo hizo: compró a los escogidos
de Dios para Dios. Él pagó el rescate, él los libró de la ira de Dios[2].
(3) El establecimiento de un reino universal por el Cordero:
Una
tercera verdad que fluye de nuestro texto es la idea de Reino: “… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes…” (v. 10a). Anthony Hoekema dice en su libro La Biblia y el Futuro que el Reino de
Dios es el tema central de la predicación de Jesús y, en consecuencia, de la
predicación y enseñanza de los apóstoles[3].
El mismo autor nos dice que siempre debemos mirar para el reino de Dios como
una realidad relacionada de forma indivisible con la persona de Jesucristo[4].
De esa forma podemos ver que la victoria del Cordero digno constituyó un reino
y eso es motivo de loor en el cielo.
Es
bien sabido que la expresión reino de
Dios no aparece en el Antiguo Testamento, sin embargo, la figura de Dios
como un rey aparece en diversos textos (e.g. Sal. 10:16; 47:2; Is. 33:22;
44:6). Dios es llamado de “Señor de los señores” (Sal. 136:3), David lo llama
de “Rey mío y Dios mío” (Sal. 5:2). Luego del cautiverio, la esperanza de
Israel se fundamentaba en la restauración del reino (Is. 11:1). Se esperaba la
llegada del Mesías que traería la gloria a ese reino (Jer. 23:5).
En
el Nuevo Testamento vemos que la predicación de Juan comienza con: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos
se ha acercado” (Mt. 3:2). El Señor Jesucristo continuó predicando el
mensaje de Juan (Mr. 1:14; Lc. 8:10; 9:11)[5].
Este
reino debe ser entendido como el gobierno de Dios en la historia humana a
través de Jesucristo y cuyo objetivo es la redención del pueblo de Dios del
pecado buscando el establecimiento final de los nuevos cielos y la nueva tierra[6].
(4) El establecimiento de un sacerdocio universal por el Cordero:
Una
cuarta propuesta de nuestro texto es la constitución de un sacerdocio para Dios
“… y nos has hecho para nuestro Dios
reyes y sacerdotes” (v. 10a). Ya en Éxodo 19:6 tenemos una referencia a
esta verdad. Dios hablando con Moisés en el Sinaí dijo: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes…”. Fue el propósito de
Dios que su pueblo fuese un reino de sacerdotes, esto es, un grupo de personas
que se encargasen de dirigir el culto a Dios y que le sirviesen. Ciertamente
Dios estableció en el Antiguo Testamento un grupo especial, una tribu
determinada, a saber, la tribu de Leví (Éx. 28:1; 30:26-30). En el Nuevo
Testamento el sacerdocio adquiere una forma diferente. La carta a los Hebreos
resalta el papel de Cristo como el Sumo Sacerdote. Para cumplir esta función el
Hijo tuvo que encarnarse (Hb. 2:17). En Apocalipsis el Cordero digno cumple la promesa de Dios en Éxodo 19:6. Cristo hace de cada creyente un sacerdote para Él
(Ap. 1:6; 5:10; 20:6)[7].
Primeramente daremos unas breves reflexiones sobre el contexto próximo para, posteriormente,
comentar el texto de Apocalipsis 5:9-10.
El capítulo 5 de
Apocalipsis corresponde a la tercera división del libro que va desde 4:1 hasta
el final del libro. En el capítulo 4, Juan ve la adoración celestial al Padre
por ser el Creador de todo lo que existe. Los seres vivientes proclaman: “Santo, santo, santo es el
Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (4:8). Luego los veinticuatro ancianos adoran a Dios diciendo: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la
honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen
y fueron creadas” (4:11).
El capítulo 5 comienza con la visión de Dios sentado en el trono con un libro
en la mano. Este libro está escrito por dentro y por fuera y, también, se
encuentra sellado con siete sellos (5:1). Luego vemos que un ángel proclama en
alta voz: “¿Quién es digno de abrir el
libro y desatar sus sellos?” (5:2). Juan dice en el versículo 3: “Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra
ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”. Esto provocó
profunda tristeza en Juan (5:4), pero uno de los ancianos le dijo que no
llorara pues “…He aquí que el León de la
tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus
siete sellos” (5:5). En ese momento Juan dice que vio en medio del trono y
de los cuatro seres vivientes y entre los ancianos “…un Cordero como
inmolado” (5:6). Luego ve que el Cordero tomó el libro de la mano derecha de
Dios (5:7) y cuando esto sucedió “… los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos
tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los
santos” (5:8).
En
este punto llegamos a nuestro texto que comienza diciendo que los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos “y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho
para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
El
texto dice que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos “cantaban un nuevo cántico” (v.9a).
David Aune dice que la expresión nuevo
cántico ocurre solamente dos veces en Apocalipsis: aquí y en 14:3. La
expresión nuevo cántico simplemente
se refiere a una nueva composición con el propósito de celebrar un evento
especial[3].
Kistemaker dice que el adjetivo nuevo
sugiere que lo nuevo ha salido de lo antiguo como una entidad separada[4],
apuntando así para la realización del plan de Dios. Leon Morris dice que en el
Nuevo Testamento la palabra ᾠδὴν
siempre es usada para referirse a cánticos sagrados[5].
Podemos decir entonces que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro
ancianos proclaman un nuevo cántico sagrado, ya que están celebrando un evento
especial en la historia de la redención, a saber, el sacrificio expiatorio del
Cordero. Este cántico es nuevo en el sentido de ser el evento de la historia, algo sin precedentes[6].
II.
El contenido del Nuevo Cántico: La dignidad del Cordero (v.9b)
El
nuevo cántico entonado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro
ancianos dice: “Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos…”. El Cordero es digno de tomar el libro y de
abrirlo y esta dignidad deriva de su sacrificio voluntario en la cruz[7].
David Aune dice que tres himnos en Apocalipsis comienzan con el adjetivo ἄξιος “digno” (4:11; 5:9, 12) y
todos están en la sección que va desde el 4:1 hasta el 5:14[8].
El himno de 5:9-10 va dirigido al Cordero, por eso ha sido designado como el cántico del Cordero[9].
Esta dignidad le permite “tomar el libro
y de abrir sus sellos”. La pregunta que inmediatamente surge es: ¿Qué es este libro? ¿Cuál es su contenido? En 5:1 leemos que este libro
estaba en la mano de Dios y que estaba escrito por dentro y por fuera. Con esto
en mente, podemos decir que se trata de un rollo y no de un libro como
entendemos en nuestros días, pues en tiempos bíblicos el libro era un rollo y
no un códice, cuyo uso comenzó a partir del II siglo. Kistemaker dice que el
hecho de que el libro estuviese escrito por dentro y por fuera apunta para la
abundancia del mensaje contenido en él[10].
Con respecto al contenido podemos afirmar las siguientes cosas: (1) El rollo
estaba en la mano de Dios, señalando su autoría divina; (2) El libro
estaba escrito por dentro y por fuera, por lo tanto, estaba completo, nada
podía ser adicionado ni quitado; y (3) Solamente la abertura de los sellos en
el capítulo 6 revela el contenido del libro. Teniendo esto presente, podemos
decir que el libro contiene el plan de Dios para todos los tiempos, desde el
principio hasta el fin[11].
Una buena pregunta sería: ¿Por qué el libro estaba sellado? Kistemaker dice que
eso es símbolo que apunta para dos sentidos. Primeramente, el libro esta
escrito por completo, o sea, el plan completo de Dios está escrito y
determinado. En segundo lugar, el libro está sellado, o sea, lo que está
escrito es inmutable y permanecerá así hasta el final. Además, se nos dice que
está sellado con siete sellos, señalando con eso la idea de totalidad[12].
El Cordero es digno de tomar el libro del plan de Dios en sus manos y de
abrir los sellos que desatarán los eventos finales del plan de Dios. Este libro
está completo, nada le falta y nada puede ser adicionado. El hecho de que el
libro posee siete sellos confirma esta posición, pues el
número siete en la Biblia representa totalidad. Solamente el Cordero es digno
de tomar el libro y de abrirlo. Él conquistó este derecho por su obra
expiatoria.
III. El Contenido del Nuevo Cántico: La causa de la dignidad del Cordero
(v.9c)
Luego
de adorar al Cordero por su dignidad, el propio cántico nos dice el porqué de
esta dignidad: “porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios…”. La conjunción ὅτι introduce una nueva
cláusula que nos presenta el motivo de la dignidad del Cordero. En este
sentido, se enfatizan dos verbos, expresados en aoristo, que apuntan para la
muerte del Cordero y los efectos salvíficos de su muerte[13]:
El verbo ἐσφάγης (fuiste inmolado) y
el verbo ἠγόρασας (nos has redimido).
El
primer verbo ἐσφάγης
es usado en relación a la ejecución de Jesús solamente aquí en Apocalipsis.
El uso de este verbo es importante, pues acentúa la falta de
misericordia y el uso excesivo de violencia. Como ya dijimos en la traducción
del texto, el término se relaciona con una muerte sacrificial, una muerte en
substitución por otros. Como dice Kistemaker, la muerte de Cristo no fue
accidental ni fue una tragedia inevitable. Él se entregó voluntariamente para
pagar el precio del castigo por el pecado, para satisfacer la justicia de Dios,
para efectuar la reconciliación y para restaurar Su pueblo en una verdadera
comunión con Dios[14].
Es por causa de este sacrificio que Cristo es digno de tomar de la mano de Dios el
rollo y de abrirle los sellos y, así, hacer realidad su contenido[15].
El
segundo verbo ἠγόρασας
literalmente significa comprar y es
usado aquí y en 14:3 en sentido figurado, a saber: causar liberación de alguien
mediante el pago de un precio[16].
Jesucristo satisfizo la justicia de Dios con su muerte en el calvario. El
castigo que Dios había establecido para Adán y su descendencia fue eliminado
por Cristo. Este verbo también apunta para un hecho determinado: Cristo compró
de una vez y para siempre mediante su
obra en la cruz a los escogidos del Padre. El uso del aoristo indica claramente
eso[17].
IV.
El Contenido del Nuevo Cántico: Los favorecidos con la obra del Cordero (v.9d)
Ya
conociendo el motivo de la dignidad del Cordero, tal como es expresado en el
texto, el nuevo cántico habla sobre los favorecidos con la obra del Cordero, a
saber: “…de todo linaje y lengua y pueblo
y nación”. Esta lista de cuatro unidades étnicas enfatiza universalidad[18].
Kistemaker nota que esta expresión “linaje
y lengua y pueblo y nación” aparece con ciertas variaciones en varias
partes de Apocalipsis (7:9; 10:11; 11:9; 13:7; 14:6; 17:15). Según este autor
la palabra linaje transmite la idea
de descendencia (en términos de nexos físicos). La palabra lengua tiene una connotación más amplia, pues señala una
comunicación lingüística. La palabra pueblo
se refiere a un grupo étnico de descendencia común. Y la palabra nación se refiere a una entidad política
con límites geográficos propios. El mismo autor dice que debido a que esta
expresión es usada con tanta frecuencia en Apocalipsis, debe ser interpretada
como una expresión de amplitud[19].
El Cordero fue inmolado para comprar para Dios hombres y mujeres de todo lugar.
Claramente esta expresión es una indicación de la universalidad de la iglesia
y, con este propósito, Juan acumula estos términos para así dar un mayor impacto[20].
V.
El contenido del Nuevo Cántico: Los resultados de la obra del Cordero (v.10)
Habiendo
dicho que el nuevo cántico habla sobre los favorecidos con la obra expiatoria
del Cordero, ahora se refiere a los resultados de esta obra “… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra”. Kistemaker comentando este versículo dice que existe un
paralelo entre 5:10, 1:6 y 20:6[21].
Leon Morris dice que aquí, por segunda vez en este cántico, se nos recuerda que los redimidos pertenecen al Señor[22].
Por su parte, Aune dice que el pueblo de Dios disfruta de dos privilegios: (1)
Ellos constituyen un reino; (2) Ellos son sacerdotes. El mismo autor dice que
el sustantivo plural ἱερεῖς (sacerdotes) puede ser nominativo o acusativo, pero
aquí debe ser usado como acusativo ayudando así a entender la ambigüedad de la
frase βασιλείαν ἱερεῖς (un reino, sacerdotes) de 1:6 como refiriéndose a dos privilegios en
vez de sólo uno[23]. Vemos claramente en este
texto el cumplimiento, en Cristo, de lo que fue prometido a Israel en el Sinaí
(Éx. 19:6). Los creyentes, como cuerpo, constituyen un reino e individualmente
son sacerdotes para Dios. Ambos términos tienen un significado activo. Como
reino “ellos reinarán” y como sacerdotes “ellos sirven” a Dios[24].
Según Kistemaker, el texto expresa las siguientes verdades: Los redimidos son
insertados en el reino de Dios, son hechos sacerdotes y reciben el privilegio
de gobernar como reyes. El mismo autor dice que el texto afirma que ya son
sacerdotes y que están en el reino ahora y que, ciertamente, lo estarán en el
futuro[25].
Los resultados de la
obra del Cordero son sublimes. Él constituyó para Dios un reino e hizo de cada
creyente un sacerdote. Además, no sólo tiene resultados para el presente, pues
los creyentes reinarán sobre la tierra.
Este reinado de los santos debe ser entendido como su participación en el reino
de Dios. Esta participación en el reino es un énfasis de la literatura
apocalíptica[26]. Este reinado apunta
también para la vindicación y triunfo final de los santos que han sufrido
durante años por causa de la persecución. No se dice cómo ellos reinarán ni
cuándo. Sin embargo, es clara la afirmación de que ellos verdaderamente
reinarán, o sea, participarán del dominio soberano de Dios sobre la tierra[27].
Conclusión:
Conclusión:
En
este post presentamos un breve estudio de Apocalipsis 5:9-10. Vimos que
el texto es un cántico de adoración a Cristo, quien es digno de abrir el libro
del plan de Dios. Esta dignidad fue conquistada por su sacrificio voluntario en
la cruz del calvario.
Jesucristo
nos redime con su sangre y de esta forma pasamos a formar parte de su reino y
somos constituidos sacerdotes. Estos privilegios son, claramente, inmerecidos.
De allí que la alabanza sea dirigida únicamente a Él. Jesucristo venció, conquistó
para nosotros lo que nos era imposible conquistar.
Cuando
no se encontró a nadie en los cielos y en la tierra que fuese digno de abrir el
libro, Juan lloró mucho. Pero cuando recibió la información de que había Alguien que era digno, su llanto cesó. Esto es lo que Apocalipsis 5:9-10 quiere
comunicar: La victoria de Cristo sobre las fuerzas del mal es real. Él venció y
constituyó un reino de sacerdotes que reinarán juntamente con él en los nuevos
cielos y en la nueva tierra.
La iglesia del Señor hoy necesita oír este
mensaje, pues vivimos en tiempos difíciles y ciertamente las cosas van
empeorar. Sabemos que cada vez será más y más difícil mantenerse firme, sabemos
que la oposición aumentará. Por lo tanto, la enseñanza de la Escritura sobre la
victoria de Cristo es fuente de valor y consuelo. Sin importar cuan
complicado sea el porvenir, podemos descansar confiados en que Jesucristo, el
Cordero de Dios, nos asegura la victoria. ¡A
su nombre sea la gloria!
[1] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 236.
[2] MOUNCE,
Robert H.: The Book of Revelation.
Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International
Commentary on the New Testament), pág. 135.
[3] Ibid.
[4] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 236.
[5]
MORRIS, Leon: Revelation: An Introduction
and Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New
Testament Commentaries 20), pág. 99.
[6] LENSKI.
R.C.H.: The Interpretation of St. John´s
Revelation. Columbus, O.: Lutheran Book Concern, 1935, pág. 205.
[7] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[8] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 360.
[10] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 226.
[11] Ibid., pág.
228.
[12] Ibid., pág.
229.
[13] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 361.
[14] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[15]
Ibid.
[16] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 361.
[17] MORRIS,
Leon: Revelation: An Introduction and
Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New
Testament Commentaries 20), pág. 100.
[18] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 361.
[19] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 237.
[20] MOUNCE,
Robert H.: The Book of Revelation.
Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International
Commentary on the New Testament), pág. 136.
[21] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 238.
[22] MORRIS,
Leon: Revelation: An Introduction and
Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New
Testament Commentaries 20), pág. 101.
[23] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 362.
[24] MOUNCE,
Robert H.: The Book of Revelation.
Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997 (The New International
Commentary on the New Testament), pág. 136.
[25] KISTEMAKER,
Simon J.: Comentario al Nuevo Testamento:
Apocalipsis. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004, pág. 238.
[26] AUNE,
David E.: Word Biblical Commentary:
Revelation 1-5:14. Dallas: Word, Incorporated, 2002 (Word Biblical
Commentary 52A), pág. 362.
[27] MORRIS,
Leon: Revelation: An Introduction and
Commentary. Downer Grove, IL: InterVarsity Press, 1987, (Tyndale New
Testament Commentaries 20), pág. 101.
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