Recientemente he observado un fenómeno que se repite en
muchas iglesias: el activismo. Entiendo por activismo la participación en
diversas programaciones, a saber, liderazgo, ministerios,
seminarios, etc. Si lo miramos sin ser críticos, esto nos llena de alegría, ya
que cuando vemos a una persona participando de tantas cosas pensamos: esa es
una persona comprometida con la obra.
Lo que sí debe preocuparnos es que muchas veces el activismo
es un fin en sí mismo. Quiero decir, la persona se llena de actividades, sea
por que le gusta o porque siente que debe hacerlo para agradar al Señor, pero
queda sólo en eso. Conozco a muchas personas que están involucradas en toda
clase de ministerios porque creen que así están sirviendo a Dios de la mejor
forma que pueden. No faltan a las reuniones, sacrifican todo por participar,
van de un lado a otro acompañando las actividades, pero no pasa
de eso.
Lo que siempre me ha inquietado es lo siguiente: ¿Qué pasa
con la vida devocional de esas personas? ¿Cómo están sus vidas con Dios? Muchas
personas que participan en tantas y tantas actividades eclesiásticas tienen una
pobre vida devocional. No leen la Biblia, oran poco, no evangelizan.
El peligro del activismo, tal como yo lo veo, es que él es
sólo una fachada, un engaño (y en muchos casos un auto-engaño). La persona cree
que lo está haciendo fantástico porque dedica mucho tiempo a la iglesia y a
diversos ministerios, sin embargo, descuida lo que es fundamental: su relación
personal con Dios.
Jesucristo era una persona llena de actividades. Basta dar
una pequeña leída a los Evangelios para notar eso. Lo vemos predicando, sanando
enfermos, viajando, alimentando multitudes (Mt 5:1 ss; 8:1-4; Mr 8:1-10; Lc
4:16, 31). Ahora, a pesar de ser un hombre muy ocupado, Jesús jamás abandonó lo
principal, esto es, su relación con el Padre. Lo vemos orando en todo tiempo
(Lc 6:12; 22:41; Jn 17:1-25), lo vemos siempre citando las Escrituras – lo que nos
dice que era un verdadero conocedor de ellas (Mt 4:4, 7, 10; 5:17-18; Jn 5:39;
Lc 24:44), en fin, nuestro Salvador nos dio el ejemplo perfecto de actividad y
piedad.
¿Cuál será la razón por la que caemos en el engaño del
activismo? ¿Será que somos tan ingenuos que pensamos que la vida cristiana se
limita a nuestra participación en actividades eclesiásticas? Déjenme colocar en
breves palabras algunas de las razones que nos pueden llevar a caer en esta mala práctica.
Factores que incentivan el activismo
1. El activismo es el
resultado de conductas aprendidas. Nadie se transforma en un activista porque
así lo quiso, sino que es llevado a ello por personas que antes lo han
practicado. El error es asimilado porque se ve en la otra persona alguien
que trabaja, que se esfuerza, que se dedica y, por lo mismo, es alguien digno de
imitación. Personas que participan en miles de cosas en las iglesias siempre
son objeto de miradas de admiración pues, siendo sinceros, ¿quién no se
admiraría al ver un nivel de dedicación poco común? Estas personas activistas
llaman a otros a participar de la misma forma que ellas lo hacen. Generalmente
captan ciertos “aprendices” que asimilan lo que deben asimilar y después siguen
los pasos de sus mentores, o sea, se transforman en activistas.
2. El activismo es
confundido con la verdadera piedad. Como hemos dicho, no es común que una
persona destine tanto tiempo a la iglesia. Normalmente las iglesias están
llenas de creyentes que participan de los cultos dominicales
solamente. Por eso, cuando se ve a alguien participa más activamente todos
piensan: “mira que fiel es tal persona”.
3. El activismo a veces
pasa inadvertido para los líderes. Muchos líderes se sienten realmente
dichosos cuando ven que sus ovejas participan en varios ministerios (¡y quién
no se sentiría feliz!). Sin embargo, el error está en creer que esto significa
que las personas involucradas en tantos quehaceres ministeriales tienen su vida
con Dios en buena forma.
Estos son sólo algunos de los factores que motivan esta
práctica errada y claramente pueden existir muchos más. Ahora la gran pregunta:
¿Cómo podemos combatir el activismo y, así, no confundirlo con la verdadera
piedad?
¿Cómo combatir el activismo?
1. Debemos entender que
servir al Señor es el resultado de nuestra relación con Él. Nadie agrada a
Dios por hacer más cosas, por participar más en la iglesia. Dios no nos
bendecirá más de acuerdo con la cantidad de tiempo que dedicamos a la iglesia.
Los cristianos hemos recibido del Señor un ministerio y éste no es
necesariamente centrado en el local de la iglesia (o templo). Un médico, un
abogado, un ingeniero, una enfermera, una dueña de casa, un maestro, etc., han
recibido del Señor un ministerio (su profesión u oficio), han sido llamados
para eso y es en eso que deben glorificar a Dios. No podemos caer en el error
de divorciar la Fe Cristiana con lo que se ha llamado vida secular. Según las Escrituras esa división no existe.
Cada uno, según la vocación que ha recibido del Señor, debe servir al Señor. El
tiempo que dedico al Señor en mi profesión, cuando busco Su gloria, es
exactamente el mismo que un ministro del evangelio dedica a la iglesia. No hay
distinción ni niveles. No se puede decir que el pastor es mejor porque dedica
su tiempo a pastorear la iglesia y que un profesor es peor porque dedica mucho
tiempo a dar clases y poco a la iglesia. Las cosas no funcionan así en la mente
del Señor.
2. Es imprescindible
preocuparse de la vida espiritual de las personas. Estamos viviendo en
tiempos donde los pastores se han transformado en una especie de gerentes de
empresas. Están en sus oficinas preocupados solamente de la administración y
del gerenciamiento de los recursos, descuidando el cuidado pastoral. La Biblia
dice que la principal función del ministro es predicar la Palabra y enseñar la
Palabra a las personas (Hch. 6:2). Son las personas las que necesitan ser acompañadas,
aconsejadas, instruidas, protegidas con la Palabra. Son las personas que
necesitan ser confrontadas y edificadas con el evangelio (ver Hch. 20:28;
2 Co. 5:18-20; 2 Ti. 4:1-5; He. 13:7, 17; 1 P. 5:1-4). Lo que escape de esto,
por muy loable que sea, no es la esencia de la función pastoral.
3. Es necesario
entender lo que es la verdadera vida con Dios. La verdadera comunión con
Dios no se mide por la cantidad de actividades que realizamos en la iglesia o
por el número de programaciones que frecuentamos. La vida con Dios es mucho más
que eso. Comienza reconociendo quién es Jesucristo y quien somos nosotros. Él es
el Señor y en Él hay salvación (Hch. 4:12). Nosotros somos pecadores que
debemos arrepentirnos de nuestro mal vivir (Ro. 3:23). Además, es necesario entender
que una vez que estamos en Cristo, nada nos separará de Su mano (Ro. 8:38-39).
Pero eso no es todo. Estar en Cristo es permanecer en Él (Jn. 15:1-5). Mucho de
lo que pasa en nuestras iglesias hoy obedece a un concepto erróneo del
evangelio. Este entendimiento equivocado es una nueva forma de antinomismo. Muchas personas andan por
allí diciendo: “no importa que seas un pecador, Dios te ama. Dios no quiere
nada de ti, porque Él sabe quien eres y aun así te ama”. El problema con ese
tipo de entendimiento del evangelio es que es un evangelio a medias. Somos
salvos por gracia, por medio de la fe (Ef.2:8). Dios amó de tal manera al mundo
que dio a su Hijo por nuestros pecados (Jn. 3:16). Eso es punto pacífico. Sin
embargo, lo que muchos olvidan es que somos salvos para buenas obras (Ef. 2:10). Esto significa que vivir para la
gloria de Dios es vivir una vida santa, pues somos un pueblo llamado a ser santo
para el Señor (1 P. 1:13-16; 2:9). No puede existir alguien que se diga
cristiano y que no desee apartarse del pecado y consagrarse por completo al
Señor. La figura que Pablo utiliza es esclarecedora en este asunto. En Colosenses
3:1-17 el apóstol describe en contundentes palabras cómo debe ser nuestra nueva
vida en Cristo. Tenemos que identificarnos con Él en su muerte y resurrección
(Cl. 3:1-4), junto con despojarnos del viejo hombre y de todo aquello que sea
pecaminoso en nosotros (Cl. 3:5-11) y revestirnos del nuevo hombre en Cristo
(Cl. 3:12-17). Esta es la verdadera vida cristiana y contra ella no hay
discusión. Los que niegan esta verdad del evangelio siempre transitan entre dos
polos, a saber, el legalismo y el antinomismo. Los primeros afirman que la
salvación se obtiene por obedecer la ley (o sea, la salvación es por méritos,
por algo que yo hago). Los segundos dicen que una vez en Cristo la ley no tiene
nada que ver con nosotros. Los dos grupos están totalmente errados. Según las
Escrituras, por la ley nosotros tenemos conocimiento del pecado (Ro. 7:7) y que
nadie es salvo por las obras de la ley, pues nunca conseguiremos por nuestros
propios medios el poder suficiente para obedecer perfectamente (Gl. 3:11). La
Escritura también dice que los creyentes deben andar en novedad de vida,
dejando las viejas conductas pecaminosas y viviendo una vida santa para el
Señor (2 Co. 5:17; Ef. 4:17-5:14). Vemos, entonces, que el concepto bíblico es
el siguiente: Jesucristo cumplió las demandas de la ley por nosotros y, por lo
tanto, la condenación de la ley ya no tiene poder para los que estamos en
Cristo. Ahora, como hijos de Dios, debemos seguir la voluntad de Dios (que está
expresada en su ley) para que así vivamos una vida agradable delante de sus
ojos. La motivación es lo que hace la diferencia. Los que creen que son salvos
por obras, en realidad creen que ellos mismos pueden obtener la salvación. Los
que creen que son salvos por la gracia, una vez que Dios ha operado ese milagro
en sus vidas, desean vivir obedeciendo al Señor en amor y no menosprecian sus
mandamientos. Los mandamientos del Señor, que antes eran una carga y que
condenaban, ahora son una delicia. Por eso el creyente puede decir junto con el
salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!”
(Sal. 119:97a). Para el creyente la ley es la dulce y suficiente voluntad de su
Padre celestial. Entender esto es entender el Evangelio.
Como vemos la vida con Dios es totalmente
diferente a la superficialidad del activismo. Estar en todas las actividades de
la iglesia no significa que la persona sea un súper creyente. Lo importante es
buscar tener intimidad con el Señor, obedecer sus mandamientos y descansar
siempre en Él para hacerlo. El poder para esto no está en nosotros, pero sí el deber
de buscarlo. La gracia no es una disculpa para vivir un evangelio a mi pinta,
sino que es un incentivo para buscar más y más agradar al Señor. ¿Cómo puedo
agradar a Dios? Busca en Su Palabra la respuesta y pide en oración que el
Espíritu del Señor te capacite cada día para vivir para Su gloria.
Muchas Gracias por este articulo tan necesario en estos dias, gracias por aclarar estos conceptos que muy frecuentemente son pasados a llevar.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo en que mi relacion personal con Dios es lo primero sin dejar de congregarme el dia domingo como debe hacerse.
Bendiciones
Ha dicho la pura y santa verdad. Gracias a Dios que me hizo libre del activismo. Es horrible vivir así, y lo peor es cuando los pastores y líderes manipulan a la gente y la hacen creer que con participar en todo y hacer muchas cosas están agradando a Dios. Y si no lo hacen los tachan de insujetos, rebeldes, desobedientes, etc, etc, etc. Y ya no los consideran, les impiden servir de verdad, donde ellos realmente quieren estar. Es un sistema humano totalmente errado que está operando en la iglesia evangélica.
ResponderEliminarMuy bueno lo Que Ud nos habla en este nensaje( porque le Quiero comentar que en la iglesia en que estoy veo que existe el Actismo Religioso porque Lo Digo ( Porque en la iglesia en que estoy hacen muchas cosas que según ellos están agradando a Dios por Ejemplo:Hacen Rifas# hacen completadas ,#hacen convivencias para Reunir Dinero Se hace también que hnad y hnos llevan sus productos para venderlos entre sus hnos (para mi es Intolerable ver lo Que hacen antes los ojos de Dios en la iglesia ( No Lo he podido Soportar )LLevo un año y 7 meses predecsbdo en la Radio ) peto al pasar el tiempo esto no haCambiado para mejor ( Que puedo Hacer hoy A la Luz de la palabra de Dios ) Espero que pueda o me puedan Responder y Guiar con un sabio Consejo ( Gracias de antenmano y muchasBendiciones para ustedes ,amennnnny a amennnnn
ResponderEliminarQue Se conoce por activismo Religioso en las Iglesia me lo pueden Aclarar por favor
ResponderEliminarCómo.puedo compartir su extraordinario comentario sobre el ActivismoReluhiodo en las Iglesias por favor
ResponderEliminarExcelente
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