sábado, 9 de junio de 2012

¿ACTIVISMO O VIDA CON DIOS?





Recientemente he observado un fenómeno que se repite en muchas iglesias: el activismo. Entiendo por activismo la participación en diversas programaciones, a saber, liderazgo, ministerios, seminarios, etc. Si lo miramos sin ser críticos, esto nos llena de alegría, ya que cuando vemos a una persona participando de tantas cosas pensamos: esa es una persona comprometida con la obra.
Lo que sí debe preocuparnos es que muchas veces el activismo es un fin en sí mismo. Quiero decir, la persona se llena de actividades, sea por que le gusta o porque siente que debe hacerlo para agradar al Señor, pero queda sólo en eso. Conozco a muchas personas que están involucradas en toda clase de ministerios porque creen que así están sirviendo a Dios de la mejor forma que pueden. No faltan a las reuniones, sacrifican todo por participar, van de un lado a otro acompañando las actividades, pero no pasa de eso.
Lo que siempre me ha inquietado es lo siguiente: ¿Qué pasa con la vida devocional de esas personas? ¿Cómo están sus vidas con Dios? Muchas personas que participan en tantas y tantas actividades eclesiásticas tienen una pobre vida devocional. No leen la Biblia, oran poco, no evangelizan.

El peligro del activismo, tal como yo lo veo, es que él es sólo una fachada, un engaño (y en muchos casos un auto-engaño). La persona cree que lo está haciendo fantástico porque dedica mucho tiempo a la iglesia y a diversos ministerios, sin embargo, descuida lo que es fundamental: su relación personal con Dios.

Jesucristo era una persona llena de actividades. Basta dar una pequeña leída a los Evangelios para notar eso. Lo vemos predicando, sanando enfermos, viajando, alimentando multitudes (Mt 5:1 ss; 8:1-4; Mr 8:1-10; Lc 4:16, 31). Ahora, a pesar de ser un hombre muy ocupado, Jesús jamás abandonó lo principal, esto es, su relación con el Padre. Lo vemos orando en todo tiempo (Lc 6:12; 22:41; Jn 17:1-25), lo vemos siempre citando las Escrituras – lo que nos dice que era un verdadero conocedor de ellas (Mt 4:4, 7, 10; 5:17-18; Jn 5:39; Lc 24:44), en fin, nuestro Salvador nos dio el ejemplo perfecto de actividad y piedad.

¿Cuál será la razón por la que caemos en el engaño del activismo? ¿Será que somos tan ingenuos que pensamos que la vida cristiana se limita a nuestra participación en actividades eclesiásticas? Déjenme colocar en breves palabras algunas de las razones que nos pueden llevar a caer en esta mala práctica.
Factores que incentivan el activismo

1. El activismo es el resultado de conductas aprendidas. Nadie se transforma en un activista porque así lo quiso, sino que es llevado a ello por personas que antes lo han practicado. El error es asimilado porque se ve en la otra persona alguien que trabaja, que se esfuerza, que se dedica y, por lo mismo, es alguien digno de imitación. Personas que participan en miles de cosas en las iglesias siempre son objeto de miradas de admiración pues, siendo sinceros, ¿quién no se admiraría al ver un nivel de dedicación poco común? Estas personas activistas llaman a otros a participar de la misma forma que ellas lo hacen. Generalmente captan ciertos “aprendices” que asimilan lo que deben asimilar y después siguen los pasos de sus mentores, o sea, se transforman en activistas.

2. El activismo es confundido con la verdadera piedad. Como hemos dicho, no es común que una persona destine tanto tiempo a la iglesia. Normalmente las iglesias están llenas de creyentes que participan de los cultos dominicales solamente. Por eso, cuando se ve a alguien participa más activamente todos piensan: “mira que fiel es tal persona”.

3. El activismo a veces pasa inadvertido para los líderes. Muchos líderes se sienten realmente dichosos cuando ven que sus ovejas participan en varios ministerios (¡y quién no se sentiría feliz!). Sin embargo, el error está en creer que esto significa que las personas involucradas en tantos quehaceres ministeriales tienen su vida con Dios en buena forma.

Estos son sólo algunos de los factores que motivan esta práctica errada y claramente pueden existir muchos más. Ahora la gran pregunta: ¿Cómo podemos combatir el activismo y, así, no confundirlo con la verdadera piedad?

¿Cómo combatir el activismo?

1. Debemos entender que servir al Señor es el resultado de nuestra relación con Él. Nadie agrada a Dios por hacer más cosas, por participar más en la iglesia. Dios no nos bendecirá más de acuerdo con la cantidad de tiempo que dedicamos a la iglesia. Los cristianos hemos recibido del Señor un ministerio y éste no es necesariamente centrado en el local de la iglesia (o templo). Un médico, un abogado, un ingeniero, una enfermera, una dueña de casa, un maestro, etc., han recibido del Señor un ministerio (su profesión u oficio), han sido llamados para eso y es en eso que deben glorificar a Dios. No podemos caer en el error de divorciar la Fe Cristiana con lo que se ha llamado vida secular.  Según las Escrituras esa división no existe. Cada uno, según la vocación que ha recibido del Señor, debe servir al Señor. El tiempo que dedico al Señor en mi profesión, cuando busco Su gloria, es exactamente el mismo que un ministro del evangelio dedica a la iglesia. No hay distinción ni niveles. No se puede decir que el pastor es mejor porque dedica su tiempo a pastorear la iglesia y que un profesor es peor porque dedica mucho tiempo a dar clases y poco a la iglesia. Las cosas no funcionan así en la mente del Señor.

2. Es imprescindible preocuparse de la vida espiritual de las personas. Estamos viviendo en tiempos donde los pastores se han transformado en una especie de gerentes de empresas. Están en sus oficinas preocupados solamente de la administración y del gerenciamiento de los recursos, descuidando el cuidado pastoral. La Biblia dice que la principal función del ministro es predicar la Palabra y enseñar la Palabra a las personas (Hch. 6:2). Son las personas las que necesitan ser acompañadas, aconsejadas, instruidas, protegidas con la Palabra. Son las personas que necesitan ser confrontadas y edificadas con el evangelio (ver Hch. 20:28; 2 Co. 5:18-20; 2 Ti. 4:1-5; He. 13:7, 17; 1 P. 5:1-4). Lo que escape de esto, por muy loable que sea, no es la esencia de la función pastoral.

3. Es necesario entender lo que es la verdadera vida con Dios. La verdadera comunión con Dios no se mide por la cantidad de actividades que realizamos en la iglesia o por el número de programaciones que frecuentamos. La vida con Dios es mucho más que eso. Comienza reconociendo quién es Jesucristo y quien somos nosotros. Él es el Señor y en Él hay salvación (Hch. 4:12). Nosotros somos pecadores que debemos arrepentirnos de nuestro mal vivir (Ro. 3:23). Además, es necesario entender que una vez que estamos en Cristo, nada nos separará de Su mano (Ro. 8:38-39). Pero eso no es todo. Estar en Cristo es permanecer en Él (Jn. 15:1-5). Mucho de lo que pasa en nuestras iglesias hoy obedece a un concepto erróneo del evangelio. Este entendimiento equivocado es una nueva forma de antinomismo. Muchas personas andan por allí diciendo: “no importa que seas un pecador, Dios te ama. Dios no quiere nada de ti, porque Él sabe quien eres y aun así te ama”. El problema con ese tipo de entendimiento del evangelio es que es un evangelio a medias. Somos salvos por gracia, por medio de la fe (Ef.2:8). Dios amó de tal manera al mundo que dio a su Hijo por nuestros pecados (Jn. 3:16). Eso es punto pacífico. Sin embargo, lo que muchos olvidan es que somos salvos para buenas obras (Ef. 2:10). Esto significa que vivir para la gloria de Dios es vivir una vida santa, pues somos un pueblo llamado a ser santo para el Señor (1 P. 1:13-16; 2:9). No puede existir alguien que se diga cristiano y que no desee apartarse del pecado y consagrarse por completo al Señor. La figura que Pablo utiliza es esclarecedora en este asunto. En Colosenses 3:1-17 el apóstol describe en contundentes palabras cómo debe ser nuestra nueva vida en Cristo. Tenemos que identificarnos con Él en su muerte y resurrección (Cl. 3:1-4), junto con despojarnos del viejo hombre y de todo aquello que sea pecaminoso en nosotros (Cl. 3:5-11) y revestirnos del nuevo hombre en Cristo (Cl. 3:12-17). Esta es la verdadera vida cristiana y contra ella no hay discusión. Los que niegan esta verdad del evangelio siempre transitan entre dos polos, a saber, el legalismo y el antinomismo. Los primeros afirman que la salvación se obtiene por obedecer la ley (o sea, la salvación es por méritos, por algo que yo hago). Los segundos dicen que una vez en Cristo la ley no tiene nada que ver con nosotros. Los dos grupos están totalmente errados. Según las Escrituras, por la ley nosotros tenemos conocimiento del pecado (Ro. 7:7) y que nadie es salvo por las obras de la ley, pues nunca conseguiremos por nuestros propios medios el poder suficiente para obedecer perfectamente (Gl. 3:11). La Escritura también dice que los creyentes deben andar en novedad de vida, dejando las viejas conductas pecaminosas y viviendo una vida santa para el Señor (2 Co. 5:17; Ef. 4:17-5:14). Vemos, entonces, que el concepto bíblico es el siguiente: Jesucristo cumplió las demandas de la ley por nosotros y, por lo tanto, la condenación de la ley ya no tiene poder para los que estamos en Cristo. Ahora, como hijos de Dios, debemos seguir la voluntad de Dios (que está expresada en su ley) para que así vivamos una vida agradable delante de sus ojos. La motivación es lo que hace la diferencia. Los que creen que son salvos por obras, en realidad creen que ellos mismos pueden obtener la salvación. Los que creen que son salvos por la gracia, una vez que Dios ha operado ese milagro en sus vidas, desean vivir obedeciendo al Señor en amor y no menosprecian sus mandamientos. Los mandamientos del Señor, que antes eran una carga y que condenaban, ahora son una delicia. Por eso el creyente puede decir junto con el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!” (Sal. 119:97a). Para el creyente la ley es la dulce y suficiente voluntad de su Padre celestial. Entender esto es entender el Evangelio.
Como vemos la vida con Dios es totalmente diferente a la superficialidad del activismo. Estar en todas las actividades de la iglesia no significa que la persona sea un súper creyente. Lo importante es buscar tener intimidad con el Señor, obedecer sus mandamientos y descansar siempre en Él para hacerlo. El poder para esto no está en nosotros, pero sí el deber de buscarlo. La gracia no es una disculpa para vivir un evangelio a mi pinta, sino que es un incentivo para buscar más y más agradar al Señor. ¿Cómo puedo agradar a Dios? Busca en Su Palabra la respuesta y pide en oración que el Espíritu del Señor te capacite cada día para vivir para Su gloria.

6 comentarios:

  1. Muchas Gracias por este articulo tan necesario en estos dias, gracias por aclarar estos conceptos que muy frecuentemente son pasados a llevar.
    Estoy totalmente de acuerdo en que mi relacion personal con Dios es lo primero sin dejar de congregarme el dia domingo como debe hacerse.
    Bendiciones

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  2. Ha dicho la pura y santa verdad. Gracias a Dios que me hizo libre del activismo. Es horrible vivir así, y lo peor es cuando los pastores y líderes manipulan a la gente y la hacen creer que con participar en todo y hacer muchas cosas están agradando a Dios. Y si no lo hacen los tachan de insujetos, rebeldes, desobedientes, etc, etc, etc. Y ya no los consideran, les impiden servir de verdad, donde ellos realmente quieren estar. Es un sistema humano totalmente errado que está operando en la iglesia evangélica.

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  3. Muy bueno lo Que Ud nos habla en este nensaje( porque le Quiero comentar que en la iglesia en que estoy veo que existe el Actismo Religioso porque Lo Digo ( Porque en la iglesia en que estoy hacen muchas cosas que según ellos están agradando a Dios por Ejemplo:Hacen Rifas# hacen completadas ,#hacen convivencias para Reunir Dinero Se hace también que hnad y hnos llevan sus productos para venderlos entre sus hnos (para mi es Intolerable ver lo Que hacen antes los ojos de Dios en la iglesia ( No Lo he podido Soportar )LLevo un año y 7 meses predecsbdo en la Radio ) peto al pasar el tiempo esto no haCambiado para mejor ( Que puedo Hacer hoy A la Luz de la palabra de Dios ) Espero que pueda o me puedan Responder y Guiar con un sabio Consejo ( Gracias de antenmano y muchasBendiciones para ustedes ,amennnnny a amennnnn

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  4. Que Se conoce por activismo Religioso en las Iglesia me lo pueden Aclarar por favor

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  5. Cómo.puedo compartir su extraordinario comentario sobre el ActivismoReluhiodo en las Iglesias por favor

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