Hombre y Mujer Como Criaturas De Dios.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces
del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26-27).
La creación del hombre y de la mujer fue fruto de la voluntad de Dios.
Él decidió crearlos y Él los hizo. El relato de la Creación dice que en el
sexto día, Dios creó al ser humano. Este ser viene a transformarse desde ese
momento en la corona de la creación, en la criatura que representará a Dios en
el mundo creado.
En la creación del ser humano hay un elemento que lo distingue de todo
lo demás que Dios creó. Nos dice la Biblia que Dios dijo: “Hagamos al hombre…”. En
esta expresión notamos que hubo una deliberación divina para la creación del
ser humano. En este consejo divino
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, se determinó crear al ser humano.
Lo interesante es que esta deliberación previa no es mencionada respecto a las
demás criaturas, lo que confirma la dignidad del ser humano por sobre todos los
demás seres vivos[1].
La creación del ser humano es, entonces, fruto de la sabiduría y concejo del
Dios Trino.
La imagen de Dios en el ser humano es una exclusividad de la humanidad.
Esto es lo que hace del ser humano alguien tan especial. La Biblia dice que
Dios creó al hombre “a su imagen y semejanza”. Esta imagen divina en el hombre debe
ser entendida en cuatro sentidos:
(1)
Personalidad: Dios es un ser personal y el
ser humano comparte de este mismo atributo. La personalidad implica que el
humano posee consciencia, conocimiento y responsabilidad.
(2)
Espiritualidad: Dios es Espíritu y el ser
humano es un ser espiritual también. El ser humano está compuesto por dos
elementos, la materia (cuerpo) y el espíritu (o alma).
(3)
Libertad: Dios es un ser libre y Él
creó al ser humano libre, esto es, con la capacidad para hacer cosas y para
dejar de hacerlas.
(4)
Expresividad: Dios hace conocida Su
voluntad y la ejecuta. El ser humano goza de la misma capacidad. Él manifiesta
su voluntad y ejecuta actos destinados a ejercerla[2].
Dios no sólo creó al ser humano y lo hizo a su imagen y semejanza. Él
también lo creó “varón y hembra”. Dios creó dos sexos: el hombre y la mujer.
Ambos son criaturas de Dios y ambos son portadores de la imagen divina. ¿Qué
significa esto último? Que ambos, hombre y mujer, poseen personalidad,
espiritualidad, libertad y expresividad. En esto, los dos sexos se igualan y no
existe en ellos diferencia alguna. Sin embargo, esto no quiere decir que sean
exactamente iguales, puesto que la distinción de sexos hecha por Dios apunta
para cierto tipo de diferencia. Ahora, ¿en qué se fundamenta esa distinción?
Claramente la respuesta bíblica apunta para funciones o roles. Hombres y
mujeres ejercen diferentes roles, roles que fueron asignados a cada uno de
ellos por Dios en la creación.
La Distinción De Sexos.
“Y
creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó”
(Gn. 1:27).
“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras
éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la
costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al
hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y
carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Gn. 2:21-23).
Como ya hemos dicho, Dios hizo al ser humano y los hizo hombre y mujer.
Ambos son portadores de la imagen divina, ambos son llamados a reflejar al Dios
creador.
Ahora, el relato de la Creación que se registra de forma general en el
capítulo 1 de Génesis, es expandido en el capítulo dos con respecto a la
creación del hombre. Es interesante ver que la Escritura destina un capítulo
para describir la creación de todas las cosas y, después, un capítulo para
relatar la creación del ser humano. Esto claramente confirma lo que hemos
dicho: el ser humano es la corona de la creación y su posición en ella como “corona”
se debe a que él es el portador de la imagen de Dios.
Génesis 2 describe como Dios creó al hombre del polvo de la tierra y
sopló en su nariz “aliento de vida”. Desde este momento dice la Escritura que
el hombre fue “un ser viviente” (2:7). Este ser viviente requería de un lugar
para su morada y Dios lo puso en un huerto llamado Edén (2:8). El hombre no
estaría ocioso en aquel lugar, sino que Dios lo colocó allí para que lo
“labrara y lo guardase” (2:15). Después Dios dio al hombre su primera
prohibición: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás” (2:16-17).
Luego de estos acontecimientos tenemos algo intrigante. Dios dijo: “No
es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (2:18). Lo
intrigante es que todo lo que Dios había realizado anteriormente había recibido
la aprobación del Él mismo diciendo que: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y
he aquí que era bueno en gran manera” (Gn. 1:31). Sin embargo, vemos que en el
2:18 Dios dice: “No es bueno…”. Esta es la primera vez en que encontramos relatado
algo que Dios dice no ser bueno. ¿Y qué cosa no era buena? Que el hombre
estuviera solo, apuntando para un elemento fundamental para el ser humano: La
compañía.
Una cosa digna de destaque es que es el propio Dios quien emite el
juicio sobre la inadecuación de la soledad del hombre. El hombre no es
consultado sobre su situación. No vemos a Dios preguntándole: “¿Te sientes
bien?”, “¿Hay algo que te falte?”. En ninguna parte vemos que es el hombre
quien le indica a Dios que algo no está bien.
Dios no solamente evalúa la situación, sino que la rectifica. El hombre
necesitaba de alguien que lo acompañara. Dios ve el problema y presenta la
solución, pero esta solución parece ser seguida por una pequeña tardanza. Esta
tardanza es claramente educativa, ya que nos permite entender la soledad en que
se hallaba el hombre. Dios al ver la situación crea a los animales y los presenta
delante del hombre para que viese como se debían llamar (2:19). En la medida
que nos es posible leer entre líneas, podemos notar que el hombre al ver los
animales descubriría por sí mismo que ellos estaban en pares (macho y hembra)
lo que lo llevaría a pensar: “todos tienen su par, menos yo”. Luego que el
hombre les da sus respectivos nombres a los animales que le fueron presentados
el texto dice: “mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” (2:20). Aquí
hay algo importante que responde al porqué Dios demoró en traer la solución. El
texto dice que Dios notó que algo estaba errado, mas Él hizo que el hombre
notara lo mismo con su propia experiencia. Al hacer pasar a los animales
delante de Adán y pedir que éste les colocase su nombre, Dios no sólo lo estaba
instruyendo en su posición de superioridad sobre los animales, sino que también
Dios lo estaba preparando para su futura compañera. Al ver a las parejas de
animales Adán se dio cuenta de su propia soledad. El hombre no fue creado para
estar sólo. Él es un ser sociable, porque Dios así lo hizo.
Dios, por tanto, creó a la mujer. Una compañera idónea para el hombre. Esa
compañía idónea es igual a él en términos de constitución esencial. Hombre y
mujer comparten de la misma humanidad. En todos los sentidos la mujer comparte
de las mismas características de personalidad que vemos en el hombre. La
expresión “ayuda idónea” (עֵזֶר
כְּנֶגְדֹּו) es
importante, pues literalmente significa “alguien que está frente a él”. Esta
expresión solamente se encuentra en Génesis 2:18. Parece indicar la noción de
complementariedad en vez de identidad. Delitzsch dice que si la idea hubiese
sido destacar la identidad, la frase más natural sería “alguien como él” (כמוהו)[3].
Vemos que, si bien existe una igualdad en lo que se refiere a la humanidad, hay
una diferencia y ésta diferencia está determinada por la función que la mujer
cumple en relación al hombre como “ayuda idónea”, esto es, como aquella que lo
complementa.
Dios creó al hombre y a la mujer. Ambos son iguales en dignidad, pues
reflejan la imagen de Dios. Sin embargo, hay diferencias que están establecidas
en base a la función que cada uno cumple.
En un próximo artículo discutiremos sobre lo que es ser hombre y lo que
es ser mujer según la Biblia.