En el Evangelio según Marcos capítulo 1 versos 14 al 20 encontramos el registro del inicio del ministerio público del Señor Jesucristo. Allí vemos como Jesús, después del encarcelamiento de Juan el Bautista, comienza a predicar y anunciar el Reino de Dios.
En ese contexto, tenemos también el registro de aquellos primeros hombres que Jesús llamó para ser sus discípulos: Simón, Andrés, Jacobo y Juan. Estos cuatro hombres recibieron una comisión que transformó completamente sus vidas.
Algunos autores han distinguido 3 tipos de llamado: (1) El llamado a la salvación; (2) el llamado al discipulado; y (3) el llamado al apostolado. El primero, todos aquellos que el Padre eligió antes de la fundación del mundo, lo oyen y responden positivamente reconociendo a Jesucristo como el Señor y el Salvador de sus vidas. El segundo, también es oído por todos aquellos que han aceptado el llamado a la salvación y consiste en seguir a Jesús; seguir sus enseñanzas, en tenerlo como el Maestro que los instruye en cada aspecto de sus vidas. El tercero, en un sentido estricto, sólo fue recibido por aquellos hombres que Jesús llamó y que fueron enviados a anunciar las buenas nuevas de salvación. Es por eso que afirmamos que el apostolado fue un oficio único y especial en la historia de la Iglesia.
En el texto de Marcos 1:14-20, Jesús está predicando y anunciando el Reino de Dios. La predicación iniciada por Jesús se caracterizaba por tres elementos: Primero, Jesús anunciaba el cumplimiento del tiempo. Eso nos lleva a recordar la antigua promesa hecha por el Señor a través de sus profetas. Esta promesa se refería al Mesías que vendría a liberar al pueblo de la opresión de sus enemigos y que traería la tan ansiada paz. Segundo, Jesús anunciaba la cercanía del Reino. Esto muchas veces causa confusión entre los cristianos, ya que en ciertos pasajes se anuncia la aproximación del Reino y en otros se habla de un futuro Reino. Esto es lo que se conoce como el "ya y el todavía no". Esa expresión significa que muchas de las promesas del Señor tiene un cumplimiento diferido en el tiempo, es decir, el Reino ha llegado con la venida de Jesús, sin embargo, la consumación final de ese Reino aún se espera para el futuro retorno del Señor. Entonces, el Reino fue inaugurado con la venida de Jesús, pues Él es el Rey y donde está el Rey, está su reino. Tercero, Jesús llamaba a la conversión: "arrepentíos y creed en el evangelio". Él llamaba a las personas al arrepentimiento y a la Fe. Esos dos elementos componen lo que nosotros conocemos como conversión.
El texto de Marcos 1:14-20 sigue relatando el llamado de Jesús para ciertos hombres. De este pasaje podemos desprender las siguientes verdades:
I. Jesús llama a personas para ser sus colaboradores (v. 16-17).
El Reino de Dios se ha acercado y Jesús comienza a reclutar colaboradores para que lo ayuden a anunciar el evangelio. Él les dice "Venid en pos de mí...". Estos hombres oyen la voz de Jesús convocándolos para un entrenamiento. Él los llama a la capacitación, a fin de que ellos puedan alcanzar a otras personas con el mensaje de salvación. Jesús los llama para que sean "pescadores de hombres". Sabemos que un pescador, en resumidas cuentas, saca peces del mar. Aquí Jesús está usando un lenguaje figurado; Él los está llamando a que sean aquellos que sacan a los hombres del mar de la perdición.
II. Jesús llama a personas ocupadas (v. 16, 19).
Jesús no llama a desocupados o flojos, sino a personas que están ocupadas en sus diarios quehaceres. A lo largo de la Escritura vemos esa marca. Moisés fue llamado mientras cuidaba de las ovejas de su suegro; David fue llamado mientras pastoreaba; los Apóstoles fueron llamados mientras realizaban sus actividades diarias. La razón de esto es que el trabajo del Señor es duro y requiere de mucha energía y vigor. Aquellos que están acostumbrados a no hacer nada, aquellos que son perezosos, no son aptos para el servicio del Señor.
III. Jesús llama a personas humildes (v. 16, 19).
Es interesante notar que Jesús no buscó a sus discípulos entre los doctos estudiantes de teología de las escuelas rabínicas. Tampoco, los buscó entre los líderes políticos y sociales del pueblo. Al contrario, podemos decir que los primeros discípulos del Señor pertenecían a la clase obrera de aquellos tiempos. Eran hombres del pueblo, con escasa educación y seguramente faltos de modales refinados. Es cierto que el Señor llama a todo tipo de personas: ricos y pobres; educados e ignorantes; hombres y mujeres; jóvenes y viejos. Sin embargo, lo que destaca en estos primeros discípulos del Señor es que ellos carecían de cualquier mérito o dignidad delante de los hombres. El apóstol Pablo en su 1ª carta a los Corintios dice que a lo vil y menospreciado del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios (cf. 1 Co. 1:26, 27). Esta verdad es tremendamente educativa. El Señor no necesita "estrellas" ni hombres brillantes. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad para que Él tenga toda la gloria por siempre.
Además de estas verdades, del llamado del Señor concluimos lo siguiente:
1. El llamado de Jesús es soberano: Es un llamado directo e imperativo. Es una orden que Él nos da directamente: "Ven y sígueme". No hay espacio para ruegos ni súplicas. Él llama como un Rey soberano.
2. El llamado de Jesús es para tener una relación con Él: Nos llama a ser sus discípulos; a conocerle, a experimentar una dulce comunión, a escuchar su voz y a ser instruidos por Él. Además, el llamado de Jesús es para una preparación, para un entrenamiento, para el discipulado.
3. El llamado de Jesús exige una respuesta instantánea: "Ven y sígueme", no hay tiempo para pensar, para reflexionar, sino que hay que responder al instante. Y su llamado implica romper con el pasado. Estos primeros discípulos dejaron lo que estaban haciendo ("dejaron sus redes"). En el caso de Jacobo y Juan ellos incluso dejaron a su padre Zebedeo. Si no estamos dispuestos a abandonar todo por seguir a Jesús, no somos dignos de ser sus discípulos.
4. El llamado de Cristo es para realizar una obra de consecuencias eternas: Somos llamados para ser pescadores de hombres, es decir, anunciadores de la salvación. Somos colaboradores en la empresa más maravillosa que existe, a saber, sacar a los hombres del mar de la condenación.
5. El llamado de Cristo es a la consagración total: No hay vuelta atrás, no hay descanso. La entrega debe ser total y sin reservas.
¿Has oído la voz del llamado del Señor? Si es así, síguele.
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