Usted puede ya haber escuchado la historia de dos hombres debatiendo
asuntos de adoración. Ellos tenían ideas totalmente diferentes y eran incapaces de persuadir el uno al otro. Al final de la discusión,
uno de los hombres le dice al otro: “Bueno, tú adoras a Dios a tu manera y yo
lo adoraré como Él quiere”.
Tal vez le parezca gracioso este comentario, pero
necesitamos recordar cuán variadas son las formas de adoración que las iglesias
han practicado y cuán vehementes debates sobre adoración han existido. El
debate sobre el uso de las imágenes en el siglo XVIII y XIX llevó a la
violencia en la iglesia Oriental. Diferencias sobre adoración en el siglo XVI
formaban parte de lo que dividía al Cristianismo Protestante del Católico
Romano, una división que continúa en nuestros días.
Entre los Protestantes contemporáneos encontramos
diferencias significativas en la adoración. Algunas formas de adoración están
llenas de ceremonias y rituales formales, mientras que otras son muy casuales e
informales. Algunas son bulliciosas y turbulentas, otras son quietas y
contemplativas. Algunas se realizan en bellas catedrales, otras en galpones y
campos. En medio de tal diversidad, los cristianos, algunas veces, se preguntan
si la adoración es simplemente una cuestión de gusto. ¿Todas las formas de
adoración agradan de la misma forma a Dios si los adoradores son sinceros? ¿Todas
las formas de adoración son aceptables delante de Dios?
La cuestión de lo que agrada a Dios en la adoración llega
con urgencia especial en nuestros días, visto que en las últimas décadas los
protestantes han experimentado muchos cambios en las formas de adoración, cosa
que no se había visto desde el siglo XVI. El resultado es que algunas
congregaciones y denominaciones han experimentado serios conflictos sobre la
adoración. Iglesias se han dividido e individuos se han cambiado de congregación
en congregación por causa de visiones diferentes de la adoración.
Algunas de las diferencias sobre la adoración parecen
superficiales, sin embargo, ellas pueden generar acalorados debates. ¿Debemos usar himnarios o un proyector? ¿Debemos sentarnos en bancas o en sillas acolchadas? ¿Qué estilo de música debemos usar? ¿Qué tipo de instrumentos debemos tocar? ¿Cómo debemos orar? ¿Qué tipo de predicación es la adecuada?
Frecuentemente esas diferencias residen en la cuestión de
que si los cultos deben ser orientados para el visitante no miembro de la
iglesia o si deben ser para el miembro fiel de la iglesia.
Las diferencias sobre la adoración pueden también reflejar
teologías y metodologías totalmente diferentes en la comunidad cristiana.